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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Mas no se pasó mucho tiempo sin que se abriera la puerta de par en par, y entrara por ella un carcelero con una bujía encendida anunciándome que pronto llegaría el juez y el escribano. Aparecieron al fin estos dos varones, y fue extraordinaria mi sorpresa al encontrarme enfrente de dos señores que jugaban todas las tardes al billar conmigo en el café Suizo.
O, más bien, como si flotáramos en un viscoso mar de sombras líquidas que a cada instante abriera sus abismos para tragarnos y, por nuestro menor peso, nos hiciese flotar después de zambullirnos... Y así de seguido... Algunas veces continuábamos durante años caminando y caminando sin poder adelantar un paso.
Y, diciendo esto, enarcó las cejas, hinchó los carrillos, miró a todas partes, y dio con el pie derecho una gran patada en el suelo, señales todas de la ira que encerraba en sus entrañas. A cuyas palabras y furibundos ademanes quedó Sancho tan encogido y medroso, que se holgara que en aquel instante se abriera debajo de sus pies la tierra y le tragara.
Quiso hacerlo con más energía, y como estaba tan nervioso, tiró tanto que la campana atronó la casa. Lázaro se asustó, creyendo que Elías iba á salir hecho una furia, clamando contra el que así alborotaba. Largo rato pasó sin que nadie abriera; pero al fin distinguió alguna claridad al través del ventanillo; sintió pasos; una mano descorría la tabla, abrióse el agujero y aparecieron dos ojos.
Dos reales, dos... tú lo has dicho... y basta, sí. ¿Sabes tú los milagros que hace Nina con media peseta?». En esto llegó Daniela muy alarmada, diciendo que llamaba a la puerta Frasquito; y Obdulia, que por la mirilla le había visto, opinó que no se abriera, a fin de evitar otro escándalo como el de la calle Imperial. Pero ¿quién le había dicho las señas del nuevo domicilio?
Eso no hacía más que aumentar mi cariño e impulsarme a rogar a Dios para que derramara sus bendiciones sobre ella, pero no le daba mi confianza. Mientras no me abriera su corazón ella misma, no podía ni quería confesarle cuán profundamente mis ojos habían penetrado ya en él.
»¡Esto si que no estaba previsto en mi programa! Que Guzmán no me abriera las puertas de su casa al saber lo que me ocurría, previsto como posible lo tenía yo; pero que él mismo me empujara hacia la casa del banquero, eso ya no cupo en mis presunciones.
En su vértigo desatentado, trocó todos los frenos; y viendo las cosas del revés, pidió que se abriera un canal en cada habitante de su provincia, y que se eximiera del pago de la contribución a todas las carreteras de aquel país, como era justo... y contingente, según pensaba demostrarlo.
Palabra del Dia
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