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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Ya se me ocurrió; pero se me había levantado tal dolor de cabeza que tuve que acostarme y tomar antipirina. ¡Potingues! ¿Qué mejor antipirina que yo? Quiso él entonces abrazarla por quitarle el enojo, mas ella levantándose de su lado le dijo muy seria. Todo eso está muy bien y el cuadro de familia interesantísimo. Para evitar que se repita, esta tarde me llevas a comer a cualquier parte.
Como todas sus atribuciones sobre la pequeña eran morales y secretas, Salvador no se atrevía a significarse visitándola demasiado y se limitaba a verla con toda la frecuencia posible dentro de una prudencia conveniente. Antes que la niña partiese de Luzmela pudo él abrazarla y prometerla toda su fortuna y su desvelo.
Pues sí, señor. ¡Vaya, vaya!...» Y así. Después empezó el boticario con Nieves: no a abrazarla, sino a hacerla mil preguntas y cumplidos y a ponerla en los cuernos de la luna por «guapa moza», acabando por sacarla parecidos con cada uno de los Bermúdez que él había alcanzado, contra la opinión del Bermúdez presente, que sostenía, con mejores títulos, que era «toda de los de allá», casi un retrato de su madre.
Si esta lamida, si esta descarada, No diera la ocasion, no se atreviera Aurelio á ansi abrazarla estrechamente.
Todo lo advirtió el hijo del brigadier de una sola pero intensa mirada, y no sin pena, recordando el antiguo esplendor de su casa. ¡Oh, mamá! ¿cómo sigue V.? dijo avanzando con efusión hacia ella. Bien, ¿y tú, Miguel? contestó tendiéndole una mano. Miguel, que iba decidido a abrazarla, se detuvo ante aquella actitud y se contentó con tomarle la mano y apretarla contra su pecho.
No, Sol, yo soy tu hermana. No hagas caso de lo que dice la directora. Yo te querré siempre como una hermana y abrió los brazos, y apretó en ellos a Sol, a la que llevaba sin miedo, prestísimamente. ¡Oh! dijo Sol de pronto ahogando un grito. Y se llevó la mano al seno, y la sacó con la punta de los dedos roja. Era que al abrazarla Lucía, se le clavó en el seno una espina de la rosa.
Y mi madre exclamó entonces doña Luz , ¿no pudo nunca volver a verme desde que volvió de Lima su marido? Pudo volver a ver a V. de lejos, pero nunca abrazarla ni besarla ni hablarla. Su pensamiento, sin embargo, estaba siempre con V. ¡Infeliz madre mía! La Condesa sabía de V. por mi Joaquina.
Apenas manifestó este deseo cuando apareció en el umbral Antoñita con los ojos húmedos aún por el llanto, pero con su sonrisa más encantadora, dibujada en los labios. ¡Hermana mía! exclamó Magdalena adelantándose hacia ella para abrazarla. Al mismo tiempo su prima le echó los brazos al cuello y la colmó de besos.
Un ciego impulso de mi amor de madre me arrastró hacia Luz con los brazos extendidos; pero otro impulso más fuerte de la conciencia me detuvo allí... No me atrevía a abrazarla, porque abrazarla era poner en contacto su inmaculada pureza con las escorias inmundas que imaginaba yo ver salir a borbotones de mi pecho.
Y en este tono seguía la tía Quica la relación de todas sus desdichas de familia; pero a lo mejor deteníase, y al ver a Amparito, que la contemplaba silenciosa, prorrumpía en un «¡jilla meua!» estruendoso; y sin soltar la cesta eso jamás , volvía a abrazarla y besuquearla, llevándose en los labios los blancos polvos. ¡Cuan guapa estaba!
Palabra del Dia
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