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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Por último después de la procesión el Cabildo eclesiástico obsequiaba á sus convidados con cerezas, brevas, ciruelas y vino blanco; merienda harto frugal y que andando el tiempo en 1530 hízose ya más suculenta pues además de las frutas y vinos hubo ternera, pollos, palominos, perniles de tocino, pasteles, limones para la ternera y azucar á cuyos sabrosos comestibles añadieron el conocido manjar blanco, agraz y vino aloque.
Queremos irnos de aquí, Capitán dijo un chino que llevaba una trenza de un metro de larga . Queremos abandonar esta costa, en la cual los salvajes abundan tanto como las peonías en nuestros jardines. Y yo deseo llevar mis huesos a mi patria, antes de que los dejen limpios de carne estos salvajes dijo otro. Sí; todos queremos marcharnos de aquí añadieron los demás.
Desde entonces, sus conversaciones, sus admiraciones simpáticas, y aun sus discusiones sobre literatura o historia, añadieron mayor interés a su tierna intimidad.
En un grupo, una señorita muy espiritual ofrecía un «pálpito» a un mozo, ligeramente atezado, miembro de la embajada del Brasil. «Muito obrigado repuso éste, agregando, con el fino y galante romanticismo de su país ; pero a ese «pálpito» prefiero, hermosa señorita, el órgano con que usted palpita». «¡Ay, qué gracioso!» exclamó la muchacha «¡Es una declaración en toda regla!» añadieron a coro los del grupo, celebrando aquel rasgo espiritual. «¡Aceptado! ¡aceptado!» decía ella, riéndose y siguiendo la broma.
9 Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino éste aquí para habitar como un extraño, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper las puertas. 10 Entonces los varones extendieron su mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron las puertas.
Gonzalo de Cervantes, tronco de la línea á que pertenecía nuestro poeta, se distinguió en la conquista de Sevilla por San Fernando, y obtuvo algunos bienes al distribuirse entre los vencedores las tierras de los moros. Uno de sus descendientes se casó con una hija de la casa de Saavedra, por cuya razón muchos individuos de la de Cervantes añadieron aquel apellido al suyo.
Y aún añadieron que ellos me encaminarían parte conveniente y que me estuviese bien, y con algún arcaduz por donde se guiase. Yo, negro codicioso de pescar mujer, determinéme. Visité no sé cuántas almonedas y compré mi aderezo de casar. Supe dónde se alquilaban caballos y espetéme en uno el primer día, y no hallé lacayo.
Los orientales tienen ideas grandes y hermosas sobre la divinidad; los griegos añadieron el raciocinio y una forma científica; los Padres de la Iglesia desecharon lo que habia de malo en la filosofía de los griegos; pero los escolásticos trataron de emplear útilmente para el cristianismo lo que habia de aceptable en la filosofía de los paganos.
¡Justicia era mejor! le contestaron muchas voces. ¡Catalana hay que hacerla en este pueblo! añadieron otras. ¡Orrrrdeeeen! ¡Afuera esa gentuza! gritaron otra vez los propietarios. ¡Abajo la comisión! ¡Y los que quieran engordar a la sombra de ella! ¡Vivan los pobres honrados! ¡Viva el duque de la Victoria! volvió a gritar el zapatero. ¡Orrrdeeen! ¡Canalla! ¡Ladrones!
¡Bravo, bravo! gritaron entusiasmados algunos. ¡Bien por Sandoval! ¡Bravo por el guante! añadieron otros. ¡Que nos arroje el guante! repitió Pecson desdeñoso, y ¿despues? Sandoval se quedó parado en medio de su triunfo, pero con la vivacidad propia de su raza y su sangre de orador se repuso al instante.
Palabra del Dia
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