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El cual era un mozo de hasta edad de veinte y cuatro años, y dijo que era natural de Piedrahíta. Lo mesmo preguntó don Quijote al segundo, el cual no respondió palabra, según iba de triste y malencónico; mas respondió por él el primero, y dijo:

Las introducciones de Caro a la Historia General... de Piedrahita, a las Poesías de Bello, etc., son simplemente obras maestras, en las que se encuentra, a la par de una riqueza y galanura de lenguaje a que estamos poco habituados en nuestra América, la vasta y sólida erudición de un filólogo que no ignora uno sólo de los progresos de esa ciencia nueva en el mundo moderno.

El cerco de Túnez y ganada de la goleta por el emperador Carlos V, del licenciado Sánchez, natural de Piedrahita. La isla Bárbara, de Lope de Vega. El renegado Zanaga, del licenciado Bernardino Rodríguez, vicario de Santibáñez, diócesis del obispado de Coria. Segunda parte de El corsario Barbarroja y huérfano desterrado, del licenciado Juan Sánchez, natural de Piedrahita.

¿Y por ventura replicó a su vez el Canónigo no han sido bastante aviso los ejemplos de la beata de Piedrahita, de Magdalena de la Cruz y de la Priora de Lisboa, para inculcarnos un advertido recelo acerca de toda revelación mujeril? ¡Ah, hijas de Eva! exclamó esta vez, removiendo los brazos en la sombra con un ademán que Ramiro no alcanzó a distinguir.

La primera dimensión que encuentro consignada, es la del buen obispo Piedrahita, que, después de narrar la leyenda del Bochica, que ya he transcripto, según Humboldt, agrega con aquel acento de sinceridad que hace inimitable a nuestro Barco de Centenera, el M. Prud'homme de la Conquista: «...El Salto de Tequendama, tan celebrado por una de las maravillas del mundo, que lo hace el río Funza cayendo de la canal que se forma entre dos peñascos de más de media legua de alto, hasta lo profundo de otras peñas que lo reciben con tan violento curso, que el ruido del golpe se oye a siete leguas de distancia» .

»Por una vela de cera, cuatro reales de vellón. »Por asistencia, dos ducados. »Por derechos de carcelaje, ocho ducados. »Todo lo cual monta la suma de cuarenta y siete ducados y cuatro reales de vellón. Ginés PiedrahitaDebemos advertir, que de esta cuenta sólo leyó don Juan la suma total. ¿Traes contigo dinero, Clara? dijo don Juan. , por acaso; ¿qué se necesita?