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Actualizado: 30 de junio de 2025


Al día siguiente, las dos mujeres, escoltadas por un mozo de cuerda, se hicieron conducir al sur de la isla. Allí, en las inmediaciones de la villa Dandolo, encontraron una linda casita para vender o alquilar, con su verja y todo. Era la misma que la señora de Villanera había elegido para el señor de La Tour de Embleuse, en el caso en que éste se decidiese a pasar el verano en Corfú.

Pero cuando vio a su querida Honorina aparecer en un traje de mañana que representaba dos o tres años de su sueldo, se olvidó de caer en sus brazos, viró en redondo sin decir una palabra y se hizo llevar el equipaje a la estación de Lyón. Así es cómo el señor Chermidy me hizo entrar en la intimidad de su mujer. Otros pormenores los conozco por el conde de Villanera.

Todo París sospechaba su situación, pero el mundo establece una gran diferencia entre una delincuente convencida o una mujer sospechosa. Así podía encontrar aquí y acullá algunas almas tan ingenuas que respondiesen de su virtud. La señora de Villanera anunció a su hijo que la demanda estaba hecha y aceptada.

El conde de Villanera palideció; Germana le miró fijamente para sorprender en él un síntoma de alegría; la vieja condesa se levantó de la mesa y el señor Dandolo pasó al salón sin haber contado la historia de Ky-Tcheou. Germana aprovechó el momento en que se servía el café para arrastrar al señor de Villanera hasta el jardín.

Había sido reemplazada por la señora de Villanera, atenta a sus menores deseos y movimientos, pero que le daba miedo. En un ambiente tan poco tranquilizador, la pobre niña no se atrevía ni a dormir ni a estar despierta. Cerraba los ojos para no ver los tapices, pero no tardaba en volverlos a abrir, porque entonces se le presentaban otras imágenes más espantosas.

Vayan a verle y verán que está lleno de su sangre. Entonces advirtió al conde de Villanera que se había dejado caer en un sillón y lloraba silenciosamente. ¿Ha venido usted al fin? le dijo . ¡Tenía que haberlo hecho antes! ¡Ah, señor conde! ¡Paga usted muy mal sus deudas de amor!

Nunca había desesperado de ser condesa de la Villanera. Toda mujer que engaña a su marido aspira necesariamente a ser viuda; con mayor motivo cuando tiene un amante rico y soltero. No creía descabellado que Chermidy faltase un día u otro. Un hombre que vive entre el cielo y el agua es un enfermo en peligro de muerte. Sus esperanzas habían tomado cuerpo desde el nacimiento del pequeño Gómez.

Germana no estaba más tranquila que él. Presentía que su vida iba a decidirse en una hora y que su médico no era ya el señor Le Bris, sino el señor de Villanera. No obstante, los dos jóvenes, conmovidos hasta el fondo del alma por una emoción violenta, permanecieron algunos instantes sentados el uno al lado del otro en el más profundo silencio.

Si no viene corriendo cuando haya leído lo que he escrito, todo está perdido. Señora interrumpió Mantoux , es preciso que vaya a servir la comida, y si la señora tiene algo que mandarme... Ve a servir tu comida respondió ; pero no olvides que me perteneces. Escucha bien todo lo que digan, para repetírmelo. , señora. Un momento. Quizás el señor de Villanera venga aquí esta tarde.

Compadeció sobre todo a la duquesa que debía infaliblemente sucumbir a tantos golpes, y tomó sobre la tarea de anunciarle gradualmente la enfermedad y la muerte de Germana, aplicándose a fortificar el debilitado entendimiento del viejo duque. Se tranquilizó sobre las consecuencias de su loca generosidad: era evidente que el señor de Villanera no dejaría en la miseria a su suegro.

Palabra del Dia

godella

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