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El sofá de panza anchísima y turgente con sus botones ocultos entre el raso, como pistilos de rosas amarillas, era una muda anacreóntica, acompañada con los olores excitantes de las cien esencias que la Marquesa arrojaba a todos los vientos.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos al principio, y al postre vientos frescos de NO

El clima de esta isla es bastante templado; pues á más del mar que la rodea dulcifican también los ardores del sol los muchos montes que en ella se encuentran, sin embargo que ocurren muchas tempestades y que la combaten los vientos del NE. contra los que no tiene ningún abrigo.

Estas 24 horas hemos tenido el tiempo nublado, tambien con aguaceros, al principio con vientos del N, y despues del NE, cuarto de N al NE, cuarto de E.

Estas 24 horas tuvimos el tiempo muy nublado, los vientos entre el N y NE. A las cinco de la tarde vimos la sierra mayor, que estaba O SE, distancia de la tierra mas cerca de una legua.

Pero el andante caballero busque los rincones del mundo; éntrese en los más intricados laberintos; acometa a cada paso lo imposible; resista en los páramos despoblados los ardientes rayos del sol en la mitad del verano, y en el invierno la dura inclemencia de los vientos y de los yelos; no le asombren leones, ni le espanten vestiglos, ni atemoricen endriagos; que buscar éstos, acometer aquéllos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido los vientos al S SO y SE, cuarto del S, el tiempo nublado, y

Temiendo que la nave pueda zozobrar é irse á pique, has ponderado los escollos y bajíos que hay en el mar del mundo, el ímpetu y violencia de los vientos que combaten la nave y hasta su fragilidad y desgobierno. Esto tiene también sus peligros. Esto infunde una desconfianza en las propias fuerzas que raya en cobardía.

En ellas habían colocado los antiguos á Eolo, señor de los vientos; en ellas está el Stromboli vomitando enormes bolas de lava, que estallan con un estrépito de trueno. Las escorias volcánicas vuelven á caer en las chimeneas del cráter ó ruedan por la pendiente de la montaña, sumiéndose en las olas.

«¿Por qué no me mirasle preguntó una noche, con semblante ceñudo. Porque... No dijo más; se comió el resto de la frase. Dios sabe lo que iba a decir. Bebía los vientos el desgraciado chico por hacerse querer, inventando cuantas sutilezas da de la manía o enfermedad de amor.