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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Ni siquiera están cubiertas de yeso las paredes, y las piedras han adquirido con la humedad un color sombrío y secular: parecen los viejos claustros de una abadía.
El Museo de los inválidos es en cierto modo la hoja de servicios de la marina británica, orgullo y gloria de los viejos marinos llenos de cicatrices.
Sin inmutarse, continuó el enano: Los viejos conocemos a los jóvenes mejor que ellos se conocen. Y repitió: Yo, Bob el enano, sé por qué estás triste, Cristela... Cristela se encogió de hombros, como diciendo: «Pues si usted lo sabe, guárdeselo para usted. No le pido yo que me lo diga.»
Primero fue Proudhon con sus audaces escritos; después completaron la obra algunos «militantes» que trabajaban en la misma imprenta que él, viejos soldados de la Commune que acababan de volver del destierro o de las prisiones de Oceanía, y reanudaban su campaña contra la organización social con un ardor acrecentado por los dolores sufridos y el ansia de venganza.
Aquella procesión no era una procesión de santas imágenes, ni de reyes ni de príncipes, cosa en verdad muy vista en España para que así llamara la atención: era el sencillo desfile de un centenar de hombres vestidos de negro, jóvenes unos, otros viejos, algunos sacerdotes, seglares los más.
Los Españoles viejos muy ancianos, Con su cabello blanco y barbas canas, A la importuna muerte ya cercanos, Cansados de sufrir cosas tiranas, Echaban á monton juicios vanos, Y fingiendo esperanzas muy cercanas, Formaban el remedio deseado, Y así crecia la pena y el cuidado. Los clérigos y frailes muy á prisa Avisos para España despachaban.
Los viejos mientras tanto silenciosos proseguían su obra, pero el sueño empezaba á acometerles y daban alguna que otra cabezada. La acequia que corría por debajo del molino con su murmullo sordo y el ruido monótono que hacían los molares de piedra al rodar en los cajones convidaban á dormir. La charla de los jóvenes en voz baja era cada vez más íntima.
Amotináronse los cristianos viejos contra los judíos conversos, prendiéronse á varios, de estos, hiciéronse algunos autos de fe donde salieron á ser quemados vivos los muchos cómplices que hubo en la muerte del Santo inquisidor. I con las riquezas confiscadas á los castigados aumentóse nuevamente el real erario.
Y ni aun don Víctor cabe llamarle, sino un viejo uno de esos viejos tan viejos que si dicen alguna vez: Cuando yo era joven... parece que abren un cuarto oscuro del que sale una bocanada de aire húmedo. Yo no quiero creer, Azorín dice Verdú , que esto sea todo perecedero, que esto sea todo mortal y deleznable, que esto sea todo materia.
Lope de Vega ha recordado en los últimos párrafos de El Peregrino en su Patria a los viejos actores que le ayudaron a crear la comedia; y si no a todos, a los más devotos de su genio: "Las ocho primeras noches hubo ocho comedias, que saldrán impresas en otra parte, por no haber aquí mayor volumen.
Palabra del Dia
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