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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Ya que por tí se pierde Mi tierno amor, mi juventud lozana, De frescas rosas y de mirto verde No ciñas ora una cabeza cana. Trepa la vid al álamo frondoso, Y á la punzante ortiga Deja que adorne el murallón ruinoso. ¿Qué riesgo, qué fatiga No aceptará mi amor por agradarte?
9 Con ella bendecimos al Dios, y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a la semejanza de Dios. 10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. 11 ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? 12 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos?
Pero lo que excedió sus esperanzas, fue el partido que sacó de las extraordinarias facultades filarmónicas con que la naturaleza había dotado a la hija del pescador. Era su voz incomparable, y no fue difícil a Stein, que era buen músico, dirigirla con acierto, como se hace con las ramas de la vid, que son a un tiempo flexibles y vigorosas, dóciles y fuertes.
9 Y lo pusieron en cárcel con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo metieron en fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel. 10 Tu madre fue como una vid en tu sangre, plantada junto a las aguas, haciendo fruto y echando vástagos a causa de las muchas aguas.
De cuando en cuando el soplo de las ráfagas otoñales desprendía una de las postreras hojas de vid, que caía arrugada y amarillenta sobre la mesa de granito, entre los dos amantes, produciendo un ruidito seco. ¡Pin! En los oídos de Baltasar resonaba la voz de doña Dolores, exclamando: «¿Chico, no sabes que las de García... ¡pásmate!, ganan el pleito en el Supremo?
Don Gonzalo es mero instrumento y juguete de la omnipotente voluntad y de las negras tramas de Patricio, que le maneja como blanda cera, y explota sus rencores contra don Román por el desaire de las bodas. Vid. El Tío Cayetano, periódico político que Pereda y algunos amigos suyos publicaron en Santander en 1868.
8 Hiciste venir una vid desde Egipto; echaste los gentiles, y la plantaste. 11 Envió sus ramas hasta el mar, y hasta el río sus renuevos. 12 ¿Por qué aportillaste sus vallados, y la vendimian todos los que pasan por el camino? 13 La estropeó el puerco montés, y la pació la bestia del campo. 14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora; mira desde el cielo, y ve, y visita esta vid,
3 Y juzgará entre muchos pueblos, y corregirá fuertes naciones hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada gente contra gente, ni más se ensayarán para la guerra. 4 Y cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien amedrente; porque la boca del SE
Porque estas dos damas fueron caprichosas pervertidas, y estaban cansadas de darse a quien quisiera disfrutarlas; mas Cristeta era la juventud no estrenada, la belleza por nadie poseída, que espontáneamente se le brindaban en el silencio de la noche, como en la soledad de un campo se ofrecen al sediento peregrino los jugosos racimos de la vid.
6 Porque gente subió a mi tierra, fuerte y sin número; sus dientes, dientes de león, y sus muelas, de león. 7 Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas. 8 Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. 9 Pereció el presente y la libación de la Casa del SE
Palabra del Dia
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