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Actualizado: 5 de julio de 2025
Había vivido aquélla maritalmente durante algunos meses con un amigo suyo, «compañero de la prensa»; luego la había encontrado de corista en un teatro por horas y en varias fiestas nocturnas o matinales en los entresuelos de Fornos y en las Ventas.
Don Fadrique pudo entonces obtener licencia para navegar á las órdenes de la Compañía de Filipinas, y salió para Calcuta mandando un navío cargado de preciosas mercaderías. Tres viajes hizo de Lima á Calcuta y de Calcuta á Lima; y como llevaba muy buena pacotilla y un sueldo crecido, y alcanzó ventas muy ventajosas, se halló en poco tiempo poseedor de algunos millones de reales.
Algo más cotorrearon, pero no hace al caso. Doña Lupe se llevó a su sobrino al Monte de Piedad, y como aquel día las ventas fueron de muy poco interés, tornaron pronto a casa, después de comprar fresa y espárragos en un puesto de la calle de Atocha.
En esta clase de ventas utiliza el erario una friolera, y acaso se consigue que el comprador ponga algun ganado en su estancia; pero estas ventajas las paga muy caras el estado, porque lo primero que hace el comprador es echar á muchos pobres que estaban poblados en lo comprado, ó los hace sus tributarios, justificando que ha poblado, segun se le manda en la cédula de venta, cuando no ha hecho mas que esclavizar á los verdaderos pobladores, sin aumentar ganados, ni un solo vecino.
Bürger, en el catalogo que añadió a la obra de Stirling, cita siete: Lefort, habla de nueve: si se hiciera caso de las listas de ventas célebres verificadas en lo que va de siglo, sería forzoso admitir que don Diego pasó una gran parte de su vida retratándose.
Simoun compraba tambien alhajas viejas, hacía cambios, y las económicas madres habían traido las que no les servían. Y ¿usted, no tiene nada que vender? preguntó Simoun á Cabesang Tales, viéndole mirar con ojos codiciosos todas las ventas y cambios que se hacían. Cabesang Tales dijo que las alhajas de su hija habían sido vendidas y las que quedaban no valían nada.
Todos juntos formaban con el padre una asamblea deliberante, sin otro objeto que dar a conocer al público la «estrella» del toreo perdida en la obscuridad de las Ventas.
Y en esa especie de ventas que de su parte excluían si no el convencionalismo del trato social, toda humillación por lo menos, tenía su modo de ofrecer, que determinaba concretamente el alto precio que a su entender era lo justo.
Venían de merendar en las Ventas y paladeaban la última alegría del vino barato, la tortilla de escabeche y la contemplación del mísero paisaje de las afueras, más abundante en techos de cinc, polvo y pianos de manubrio que en aguas y árboles. ¡Qué rabia me da esta gente! decía Teri mirándolos con hostilidad y evitando su contacto . No, rabia no; ¡pobrecitos!
Hacíamos noche en las posadas y ventas del camino, donde Santorcaz lucía su prodigiosa habilidad en el no gastar, logrando siempre que se le sirviese bien. Para estas y otras picardías, mi compañero se hacía pasar por un insigne personaje, mandándome que le llamase Excelencia y que me descubriese ante él siempre que nos mirara el mesonero.
Palabra del Dia
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