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Actualizado: 22 de junio de 2025
En esto, es fuerza confesar que vivía un poco atrasadillo, pero los grandes ingenios tienen esa ventaja sobre el común de las gentes, es decir, pueden quedarse allí donde les conviene, venciendo el oleaje revolucionario, que también arrastra á las letras. Para él, las novelas de Mad.
El joven la llevó después a sus labios, sin que tampoco lo advertiese. Entonces, un poco temeroso, pero venciendo el deseo a la timidez, introdujo el brazo por detrás de su espalda, y quiso estrecharla la cintura.
Crecía la sombra, y de uno de los vagones, venciendo el ruido de la lenta marcha del tren, brotaba un coro apasionado y triste en lengua extraña, un zortzico, entonado a plena voz, por multitud de jóvenes vacos, que, juntos, iban a Bayona.
Un secreto instinto le avisaba, sin duda, el peligro, y venciendo esta vez la cortedad de su carácter, manifestó sus deseos. El gesto de lástima simpática que puso ella fué para acobardar al más valeroso cazador. Yo sólo me casaré con un hombre célebre. Foster quiso protestar.
Si ella ha prometido sinceramente a Cesarina entrar en nuestra religión, y educar sus hijos en nuestra fe, creo que habrán terminado con esto los obstáculos. ¡Qué de disgustos me cuesta el ir venciendo las dificultades que se oponen al bienestar de la familia y sobre todo la tranquilidad de mis hijos!
Por dicha para Morsamor, casi en el mismo punto se oyó la señal que esperaba: era el sonido de las trompetas, avisando la sublevación de la ciudad, donde la plebe amotinada combatía ya e iba venciendo a los musulmanes. La señal inspiró a Morsamor ánimo y confianza, pero era indispensable vencer en la fortaleza para obtener el triunfo.
El desenlace consiste en que Margarita sacrifica su amor á la amistad, y, con arreglo á los deseos de su padre, da su mano al Conde, venciendo el Duque y el Conde sus pasiones, noble y esforzadamente, y consintiendo que Serafina contraiga matrimonio con César, su primero y preferido amor. El secreto á voces.
Ana veía en los pormenores de la vida de beata mil motivos de repugnancia; pero prefería apartar de ellos la atención: no dejaba que el espíritu de contradicción buscase las debilidades, las groserías, las miserias de aquella devoción exterior y bullanguera. No quería censurar, no quería ver. Pero a sí misma se comparaba al cadáver del Cid venciendo moros.
«Los Andes le vieron alzarse á su cumbre, Y allí derramando magnética lumbre De América el mundo con ella alumbró; Le vieron soberbio venciendo á los Reyes, Llevando el programa de glorias y leyes Grabado en el sable que grillos trozó.
Mascaba firme, bebía seco, y tenía los ojos fijos en el plato, cuando no en las vigas del techo; jamás en sus comensales. Tan deshecha y acabada le parecía al capellán la señorita, que un día se atrevió, venciendo recelos inexplicables, a llamar aparte a don Pedro, preguntándole en voz entrecortada si no sería bueno avisar al señor de Juncal, para que viese....
Palabra del Dia
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