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Actualizado: 3 de septiembre de 2025
Estas dificultades y embarazos encendieron el corazon de Orellana, y resuelto á seguir la propia suerte que tuviesen los moradores de la villa de Pune, volvió á ella lleno de constancia, decidido á defenderla hasta el último término.
Los criados, y muy particularmente Genoveva, hacían coro también a estas alabanzas difundiendo por la villa la fama de sus virtudes y formando en torno suyo una aureola de respeto y santidad.
Por un decreto de Roscio, expedido en Angostura el 9 de Noviembre de 1820, á 6 de Mayo del siguiente año el primer Congreso de Colombia se instaló en la villa del Rosario de Cúcuta, con diputados elegidos libre y legalmente por las provincias emancipadas del poder de España, cuyo número era el de veintidos entre las de Venezuela y Nueva-Granada.
Levantó un torreon en el ventajoso sitio de Guansapata, donde colocó una culebrina y un pedrero, con la fusileria correspondiente para su resguardo. Dentro de la villa reforzó las trincheras, y las aumentó, abriendo nuevos fosos en los lugares que le parecieron mas débiles.
Luego ensalzaba al capitán Angelats, el héroe de la expedición, el Cid de Sóller, y a las valentas dònas de Can Tamany, dos mujeres de un predio inmediato a la villa que habían sido sorprendidas por tres turcos ansiosos de saciar en ellas su carnívoro apetito tras largas abstinencias en las soledades del mar.
Llegamos por último a Bailén, y explicaré por qué nos detuvimos en esta villa algunos días.
Paróse un poco á reflexionar, y dándose un puñetazo en la frente, exclamó para sí: «Así se llamaba uno que estudió conmigo latín; aquel madrileñito que estaba de temporada en la villa, adonde había ido su padre á tomar aires.... Pero no es posible.... Aquel chiquillo tan enclenque y enfermizo que me sacaba los significados, no puede haber subido tan alto.... No, señor.... Y ahora que me acuerdo, no me envió los tirantes de goma que me ofreció para cuando llegara á Madrid, por haber cargado yo con la culpa de esconder las disciplinas del dómine, ni me pagó nunca dos reales y medio que le presté.... ¡Si fuera él!...»
No lo sabemos; porque el saliente de la torre nos impide ver el fondeadero, que está muy arrimado a la villa. Desde la otra fachada lo veremos con lo que nos falta que ver de todo el panorama circundante... ¡Ay, papá! exclamó Nieves de pronto , ¡lo que yo gozaría correteando en un barquichuelo por esas llanuras tan azules!
El abandono casi absoluto de la villa podía hacer creer en la muerte de Germana; las puertas abiertas, los criados ausentes, los dueños en viaje, pero, ¿para dónde? Quizás para París. Mas, ¿cómo no sabían nada en la ciudad? ¿Habría curado Germana? Imposible en tan poco tiempo. ¿Estaba todavía enferma? En ese caso la cuidarían y no dejarían las puertas abiertas.
La otra noche, por ejemplo, representaron aquí, en uno de nuestros mejores teatros, una comedia de Molière, traducida por Moratín, y el público, que era de lo más selecto de esta coronada villa, echó á rodar sin el menor escrúpulo la gloria del gran dramaturgo francés y de nuestro egregio poeta clásico, y salió casi unánime sentenciando que era estúpida la tal comedia.
Palabra del Dia
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