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Al fin, porque convino así hacerlo, Retíranse los nuestros, que imposible Al bárbaro será en breve vencerlo, Que habita en una tierra muy terrible: Lo que es mas principal para cogerlo, Y es cosa hacedera y muy posible, Prenderles las mugeres, que prendidas Darán en trueco dellas dos mil vidas.

ARR. Y es poco lo que pides; yo me ofrezco De darla con que viva, y es partido A trueco de escapar de sus rigores. NARV. Pues alto: en esto queden concertados. Sale PÁEZ. PÁEZ. Dame, señor, albricias. NARV. Buenas sean. PÁEZ. Su palabra ha cumplido Abindarráez. NARV. No menos esperé de su nobleza, Que al fin acude a lo que debe en todo.

Yo torné a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio; mas poco me aprovechó, pues a las astucias del maldito ciego nada se le escondía. Levantóse y asióme por la cabeza y llegóse a olerme.

Venida la mañana, los acreedores vuelven y preguntan por el vecino, mas a estotra puerta. Las mujeres le responden: "Veis aquí su mozo y la llave de la puerta." Ellos me préguntaron por él y díjele que no sabía adónde estaba y que tampoco había vuelto a casa desde que salió a trocar la pieza, y que pensaba que de y de ellos se había ido con el trueco.

Algunos en cazar de los ratones Tan diestros y tan hábiles estaban, Que en trueco de una, ó dos, ó mas raciones, Un número tasado concertaban: Tambien habia una especie de lirones, Que al modo de conejos se guisaban, Y aunque faltaba aceite y vino añejo, La gran hambre prestaba salmorejo.

Las cosas, que tenian ofrecidas A los nuestros, con ellos se metieron En la barca con flechas muy crecidas, Y en trueco de rescates las vendieron. Sus carnes, de aire y sol ennegrecidas, Algunos españoles las cubrieron; Que estima esta nacion mucho cubrirse, Y

Don Fernando de Godoy, Idos con Dios, y pensad Que, puesto que ya la muerte De mi hermano sucedió, Que más que á quise yo, Os estimo de tal suerte, Que trueco alegre y ufano, A mi suerte agradecido, El hermano que he perdido Por el amigo que gano. Esta escena es de una belleza incomparable.

Hablad, hijo mío, todo aquello que os viniere al pensamiento y a la boca; que, a trueco de que a vos no os duela nada, tendré yo por gusto el enfado que me dan vuestras impertinencias.

-Pues vayan todos al corral -dijo el cura-; que, a trueco de quemar a la reina Pintiquiniestra, y al pastor Darinel, y a sus églogas, y a las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemaré con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante. -De ese parecer soy yo -dijo el barbero. -Y aun yo -añadió la sobrina.

Pitum y Corací van sin pereza Huyendo, como suelen, de los lazos Las zorras escaparse, con destreza, Haciendo los cordeles cien pedazos. A no tener tal maña y ligereza, Quedáran hechos piezas, pies y brazos: Mas juzgan por mas sana la huida, A trueco de escapar libre la vida.