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Procedente de alguna de las naves que dieron fondo en el astillero de Magallanes, se conservaba en la semiderruída plataforma de un fuerte un curioso escudo de armas de Castilla toscamente talladas y pintadas sobre tabla. Magallanes con sus barrios cuenta 2.727 almas de las que tributan 1.278. Su censo parroquial anotó 108 bautizos, 20 casamientos y 35 defunciones.

Las señoritas solían presenciar con risita despreciativa aquel baile que imitaba toscamente los suyos, doliéndose en su interior de que jóvenes tan finos se abrazasen «a aquellas tarascas». Sin embargo, cuando alguno las invitaba, después de resistirse un poco, reir a carcajadas, ruborizarse y hacer buena porción de monerías para atestiguar que sólo se rebajaban a aquello por pura condescendencia, solían agarrarse firme al brazo de su bromista amigo y tardaban en soltarlo.

Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y ver si podemos aliviarle. Suba usted conmigo, señor excusador. No hay esperanza... El médico lo ha dicho... ¡Pobre señorito de mi alma!... ¡La mato, la mato! En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia producía ruido lúgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro iba llorando y murmurando amenazas.

Feli se fijaba en la hija de Teodora, una joven de catorce años, casi una niña, toscamente vestida de luto y con un aire de resignada tristeza, como si fuese una monja obligada a vivir en el mundo. Es viuda, señorita decía la vieja . Se le murió el marío a los dos años de vivir juntos... Ya no podrá casarse nunca: lo prohíbe nuestra ley. La mujé no debe tener mas que un marío.

He encontrado á orillas del Rio Dulce, próximo á Santiago del Estero, un antíguo enterratorio y en él, urnas toscamente modeladas conteniendo restos humanos, y con éstos, moluscos de especies que actualmente viven en el Océano Pacífico.

Es cierto que Santiago poseía dos o tres edificios espaciosos, la Catedral, el Consistorio, San Martín.... Pero en ellos existían cosas muy sin razón ponderadas, en concepto del marqués: por ejemplo, la Gloria de la Catedral. ¡Vaya unos santos más mal hechos y unas santas más flacuchas y sin forma humana!, ¡unas columnas más toscamente esculpidas!

En la parte aguda de la caja, en la misma dirección del eje de la roldana se abría un barreno y por él pasaba un estrobo con cazonete. Los cuadernales no tenían las roldanas paralelas, sino una sobre otra. Es de suponer que los adelantos alcanzados en la fábrica de jarcias no las diferencian mucho de las antiguas y que las firmes en las naos se entrañaban y aforraban, aunque toscamente.

Cuando los ojos se fueron acostumbrando, observamos allá en el fondo, brotando de la peña, un raudal enorme, verdadero río, que caía en un estanque cerrado toscamente por piedras. El sitio era el más grato que pudiera hallarse en tal instante. La frescura singular que se sentía dilató nuestros pechos, harto oprimidos, y nos hizo prorrumpir en exclamaciones de bienestar. Nadie quería salir de allí.