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Actualizado: 2 de junio de 2025


Pero Golbasto y Momaren, que tenían la cólera larga é implacable de los débiles cuando sienten herida su vanidad, continuaban manejando en colaboración su arma y tiraron un furioso lanzazo á uno de los ojos que llenaban las ventanas.

Aunque Nicephoro dice, que los Masagetas y Turcoples cuando tocaron las trompetas para envestir, huyeron, porque tenian resuelto de no servir al Emperador, y los Turcoples tenian trato con los Catalanes.

Junto a la borda, otros hombres barbudos fumaban en largas pipas, y de vez en cuando sus manos rojas y escamosas se hundían bajo las sotanas forradas de pieles para agitar con fuertes rascuñones los harapos invisibles. Tenían que abrirse paso los marineros en esta muchedumbre compacta e inmóvil que bebía sol y aire fuera del encierro de los sollados.

El día anterior habían excusado su pago en el Banco por falta de aviso. Luego declararon que tenían el aviso, pero tampoco le dieron el dinero.

Apelábase con bastante frecuencia a símiles de orden corporal, que son los que en tales casos presentan más dificultad al adversario. Y se tomaban como puntos de comparación los objetos que tenían más a la mano. ¿Ve usted esta mesa?... Aquí hay materia, aquí hay forma.

La niña estaba alegre, satisfecha: Miguel la sacaba a bailar con más frecuencia que a las otras: luego procuraba colocarse a su lado para tenerla cogida de la mano, que se complacía en apretar suavemente y acariciar. Después de bailar uno frente a otro, los jóvenes tenían la costumbre de abrazarse un instante al concluir.

Otros olivos tenían el corazón roído, vaciado; sostenían simplemente la mitad de su coraza de corteza, como una torre partida por una explosión; pero en lo alto ostentaban su inverosímil cabellera vegetal, unos puñados de hojas plateadas á lo largo de las ramas sinuosas y negras.

Claro que en principio tuvo por protectores á los alcaldes que le ayudaron, pero andando el tiempo, y dicho sea de verdad, llegó el escribano á imponerse de modo, que señores muy graves de la Audiencia le tenían miedo y dejábanle por esto hacer cuanto le viniese en mientes, que no era poco.

Sus cuellos altos, sus corbatas de vivos colores, llamaban la atención de las mujeres que trabajaban en el carbón, pobres seres enflaquecidos por el trabajo y la bebida, que siempre tenían algo que pedir al ingeniero para remedio de su maternidad miserable. ¡Chicas: nos lo han cambiado! se decían; ya no es don Fernando: parece un señoritingo de los del Arenal. ¿Quién será la novia?...

La prolongacion de las naves menores no se hizo con la servil y monótona uniformidad á que solemos esclavizarnos los modernos: los arquitectos árabes no entendian las reglas de la simetría como se profesan hoy, huían de lo que llamamos euritmia y se satisfacian produciendo la unidad por medio de la variedad sin buscar correspondencia forzosa de partes semejantes . En la parte añadida por Almanzor se creyó inútil dar á los machones de carga del muro del norte las mismas dimensiones, un tanto exageradas, que tenian los del muro primitivo reforzado por An-nasír , y se ganaba por consiguiente un espacio de seis piés en la longitud de las naves mayores por el lado del norte.

Palabra del Dia

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