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Actualizado: 28 de junio de 2025
Los líquidos se empobrecen, los sólidos pierden de su consistencia, la piel se arruga, concluye por distenderse por el esfuerzo de la serosidad que baña las láminas del tejido celular. Los sudores y las orinas se aumentan y arrastran materiales que deberian servir á la nutricion; se declaran flujos colicuativos y sobre todo diarreas.
¡Quién creyera que una obra, encaminada con tantos trabajos y sudores y con tanta felicidad, de donde resultaría á Dios grande gloria y á la iglesia mucho número de fieles, se destruyese en un momento, y de tal manera, que hasta ahora no se les ha podido reducir, bien que siempre se intenta!
La fiebre de la caída de la tarde había disminuido; los sudores que inundan por las noches a los tísicos, no eran tan abundantes. El corazón de la enferma no tardó también en entrar en convalecencia. Su desesperación, su humor huraño y el odio a los que la amaban, cedieron la plaza a una melancolía dulce y benévola.
Los zorros que él cazara sobrevivirían. No faltaba para que la máquina fuese perfecta, más que esto: que los ladrones de gallinas viniesen a tropezar con el botón del resorte endiablado, como había tropezado aquella señora. Ni Petra ni su ama conocían el uso de aquel artefacto que tuvieron que destrozar y buenos sudores les costó para separarlo del brazo que magullaba.
Las afecciones reumáticas propias de la quina no empiezan por fenómenos locales, sino por síntomas generales, tales como calosfríos, congestion sanguínea en la cabeza y en la piel, y sudores abundantes que no alivian. El medicamento mas análogo á la quina bajo este aspecto es el ranúnculo bulboso, cuya fiebre es remitente con exacerbacion por la tarde.
En arsénico, el estado general espresa mas eretismo; pero á esta tension de la fibra y á este orgasmo sucede una astenia mayor y una diminucion de la cohesion de los sólidos y líquidos. Del mismo modo, despues de los espasmos, los desfallecimientos y la escitacion sanguínea erética, sobrevienen á cada acceso sudores mas fuertes, mas prolongados y mas debilitantes.
En las noches tormentosas, cuando el viento pasa de parte á parte la casucha por sus resquicios y grietas, amenazando derribarla, los cuerpos vestidos y malolientes se buscan y se estrechan ansiando calor, y los sudores se juntan, las respiraciones se confunden, la suciedad fraterniza.
Hé aquí algunos dignos de llamar la atencion: grande debilidad muscular, temblor y aniquilamiento de las fuerzas, accidentes asmáticos, sudores, orgasmo sanguíneo, secreciones mucosas abundantes. Se le ha preconizado en los envenenamientos por el ácido hidrociánico y por el ópio; se le da con resultados á la dósis de una ó dos gotas en un vaso de agua.
Aquellas tristezas, aquellos arranques mal disimulados de impaciencia, de despecho, que yo observaba con el rabillo del ojo ¡ay! ¡sí, esto era lo cierto, con el rabillo! ¿serían ilusiones mías, nada más que ilusiones? ¡Pero si no podía ser!». Y sentía sudores y escalofríos al imaginarlo.
Dice, pues, el hermano Juan de Avila, compañero que fué del P. Visitador de esta provincia, Antonio Garriga y del P. Provincial Luis de la Roca, cuando como adelante diré, visitó aquellas Doctrinas sujeto de mucho juicio y capacidad en una carta que desde allí escribió: «Así como para fundar las Misiones del Paraguay padecieron increíbles trabajos aquellos primeros varones apostólicos, sacando á los indios de las selvas y entablando en ellos vida cristiana y política hasta ponerlos en el estado en que hoy día se mantienen, divididos en treinta Reducciones, así también no han sido menores los trabajos y sudores de estos primeros que han fundado la cristiandad de los Chiquitos.
Palabra del Dia
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