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Ese camino es el de la cavilación científica, del severo meditar, de los argumentos, antinomias y silogismos, del método lógico, ya subiendo por el análisis, ya bajando desde la síntesis, operaciones todas contrarias por naturaleza a la poesía: la cual no puede construir ese palacio encantado, ora sea de la verdad, ora del sofisma deslumbrador, sin que esto se oponga a que entre en él cuando esté ya construido, y le célebre en un himno, en un ditirambo, en un epinicio, o en una oda colosal.

Este espíritu se desarrolla en razón de la situación de Gastón, cuando la dicha de su vida viene a depender de una regla de conveniencia social y siente la posibilidad de justificar a sus propios ojos una falta por un sofisma.

¿Y por qué la había condenado, sino porque se le había esquivado? ¿Qué otra cosa que la pasión egoísta, esa pasión voraz y no satisfecha, le hacía ser severo para su memoria? Nada que no fuera el sofisma de la presuntuosa pasión le decía que el compromiso contraído por Florencia no era válido y que si lo hubiera olvidado para aceptarlo a él habría estado en lo honrado y lo justo.

Es la guerra... Debemos ser duros para que resulte breve. La verdadera bondad consiste en ser crueles, porque así, el enemigo, aterrorizado, se entrega más pronto y el mundo sufre menos. Don Marcelo levantó los hombros ante el sofisma. Estaban en la puerta del edificio.

En la política y en el trato civil se comete este sofisma todos los dias, dándose por causas de los sucesos, las que distan mucho de serlo, fingiéndoselas, cada qual á su albedrio. Virg.

La Economía Política pasa a escape, salta de la perogrullada al sofisma con una agilidad portentosa. En esta misma cuestión de si los metales preciosos, el oro y la plata, son mejores que los bueyes para moneda, ocurren dificultades y contradicciones imprevista.

La definicion de una palabra, y el discernir las diferentes aplicaciones que de ella podrian hacerse, nos ha traido la ventaja de reducir á la nada un especioso sofisma, y de demostrar hasta la última evidencia que el pomposo orador ó propalaba absurdos, ó no nos decia nada que no supiésemos de antemano; pues no es mucho descubrimiento el anunciar que todos nacemos y morimos de una misma manera.

CICERON llamó á este sofisma el Mentiroso, y lo es por la equivocacion de las voces, porque en la mayor las palabras yo miento, significan aquello sobre que recae la mentira, y en la menor significan la misma proposicion que dice yo miento. Semejante á este es el sofisma que algunos llamaron Crocodilo, y tomó el nombre de esta fábula.

Estas artes de los sectarios no son nuevas: son tan antiguas como sus errores, y se hallan bien descubiertas y explicadas en el erudito libro: el Soldado Católico de FR. GERÓNIMO GRACIAN. En segundo lugar puede colocarse aquel sofisma, que llamó Aristóteles peticion de principio, y se comete quando se trae por prueba lo mismo que se disputa.

El estudiante puso en el plato el otro, que tenia en la mano, diciendo: ¿Y ahora, cuántos hay? El padre volvió á contestar: Dos. Pues entonces replicó el estudiante dos que hay ahora y uno que había, antes, suman tres. Luego son tres huevos los que hay en el plato. El padre se maravilló mucho del saber de su hijo, se quedó atortolado y no atinó á desenredarse del sofisma.