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Actualizado: 20 de noviembre de 2025
Cortés y mesurado en sus palabras, gallardo en sus ademanes, parco en el sonreír, el marqués de Moraima era un gran señor de otros tiempos, vestido casi siempre con traje de caballista, enemigo de la vida urbana, molesto por las exigencias sociales de su familia cuando éstas le retenían en Sevilla, y ansioso de correr al campo entre mayorales y vaqueros, a los que trataba con una llaneza de camaradas.
Siendo el ejercicio de las armas en los pasados siglos el más noble, la profesión de casi todos los españoles, por decirlo así, dominando en las clases sociales el espíritu caballeresco, no es extraño que á la enseñanza del manejo de las armas se hubieran dedicado muchas personas.
Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos el hombre grande, el hombre genio a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así y no es culpa suya; se abajará en las escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía.
El límite de la perfeccion ideológica era negar las ideas; el de los estudios metafísicos, negar los espíritus; el de los morales, negar la moral; el de los sociales, negar el poder; el de los políticos, establecer la licencia; el de los religiosos, negar á Dios.
Cierto dice la de Esquilón; pero era distinto que ahora; entonces estaban María Rosa y Teresa, que son muy discretas y muy distinguidas, y sabían muy bien sustituir la falta de presidenta en las fiestas sociales. Ellas daban tono al gobierno con su ingenio y con su conversación espiritual. Don Victorino podía estar tranquilo: había presidentas.
Todas se referían a los estudios de la nihilista, había muchas escritas sobre las cuestiones sociales más discutidas, borradores de artículos destinados a la revista americana The Rebel, y a otras hojas españolas y holandesas de las cuales la autora era corresponsal.
Pero Juan Ort no había muerto; este naufragio fingido ó real iba á servirle para descender aún más á través de las capas sociales, conviviendo con los que estaban en lo más hondo. Yo lo conocí decía otro viejo de la Presa . Era ni más ni menos que vos ó que yo: un hombre como todos los que llegan con su lingera al hombro en busca de trabajo.
O es un olvido de las ideas sociales y morales que todos los hombres nos debemos, ó es el sacrificio de aquellas ideas venerandas, en aras de una fantasía que crea aquí tambien una forma hipócrita, para hacer bello aquel sacrificio con los ornatos de un arte servil y egoísta. ¡Tambien entra aquí el palaustre!
Establécense distinciones muy marcadas en cuanto al tiempo en que se celebran ciertos actos sociales, como suele acontecer en los países de origen latino. Por ejemplo, los días de moda son los martes y jueves.
Era una de esas personas que, no habiendo recibido educación, parece que la han tenido cumplidísima, por lo bien que se expresan, por la firmeza con que se imponen un carácter y lo sostienen, y por lo bien que disfrazan con las retóricas sociales las brutalidades del egoísmo humano. De la memoria de su Jáuregui llevó el pensamiento a su sobrino. Eran sus dos amores.
Palabra del Dia
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