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Actualizado: 29 de septiembre de 2025


No había prescindido aún enteramente de la ley social que exige pruebas positivas para la aclaración de ciertos hechos; pero aun poseyendo aquella susceptibilidad irreflexiva, no podía resistir á la fuerza de persuasión que en las respuestas de la huérfana había.

En materia de gobierno hay que optar entre uno de dos sistemas: ó la represion reglamentaria, y entónces los gobiernos tienen el deber de hacerlo todo, y son responsables del malestar social; ó la libertad y la prescindencia, en cuyo caso el individuo tiene la iniciativa y los pueblos la responsabilidad de sus actos de todo género.

No yo, ni me lanzaré a escudriñar y a investigar si el Sr. Baroja ha intentado con su novela demostrar alguna tesis o darnos alguna lección moral, social o política.

Bueno es que lo tengan en cuenta los filósofos que tratan el problema social. He consultado con mi marido el concepto económico de Chamfort sobre las modas. Mi marido, especialista, como sabéis, en la ornitología noctívaga de nuestras pampas, posee también vasta cultura en otras ramas del conocimiento humano, además de un buen juicio y un equilibrio fuera de toda ponderación.

Magdalena estaba seria; pero aquella actitud por mera conveniencia social, no era para dar margen a dudas en punto a su resolución; la mantenía tan sólo para limitar con la delicadeza que le era peculiar la expresión de los sentimientos más íntimos. Esperaba con plena independencia, en medio de leales deliberaciones, el acontecimiento que debía ligarla para siempre y por su propia declaración.

Con el desdichado autor de quien nos venimos ocupando, tenía este hombre amistad antigua: ambos habían corrido juntos multitud de aventuras, y sin separarse navegaron por los revueltos golfos del periodismo hasta encallar en los arrecifes de una oficina, de donde no tardó en arrojarlos un cambio ministerial, y se embarcaron de nuevo en la prensa en busca de posición social.

Desengañado y hambriento, hube de consagrar en Toledo todo mi culto gastronómico á las ricas naranjas valencianas y el atrevido Valdepeñas. Apesar de algunas impresiones desagradables, Toledo me habia complacido mucho por sus enseñanzas de carácter social, no ménos que por sus monumentos.

Las diferencias de educación y de clase establecen siempre una gran diferencia de procederes en las relaciones humanas. Esto no lo dice el Decálogo; lo dice la realidad. La conducta social tiene sus leyes que en ninguna parte están escritas; pero que se sienten y no se pueden conculcar.

Pero al verles pasar de largo, mostraron cierta ironía en sus ojos, recobrando la confianza en la superioridad de su casta. ¡Viva la Revolución Social! gritó el Maestrico, como si le doliese pasar silencioso ante el nido de los ricos. Los curiosos desaparecieron, pero al ocultarse reían, causándoles la aclamación gran regocijo. ¡Mientras se contentasen con gritar!...

Hijo de inglés y nacido, en el país, seriote, reservado, un erizo a primera vista y un pedazo de pan en el trato diario, sobre él gravitaba todo el peso de la razón social; porque Jacintito no era sino un socio de lujo, que había aportado gran parte del capital y su apellido conocido, sin dar palotada en lo que tenía entre manos, pues él sólo entendía de juego y de caballos.

Palabra del Dia

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