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Actualizado: 12 de mayo de 2025
»Pero ¡qué misterioso engranaje!, ¡qué mecanismo tan singular el de la máquina de las ideas! ¡De qué modo tan extraño se eslabonan en el cerebro las negras con las blancas, las tristes con las risueñas, las fúnebres con las cómicas!
La frialdad que notaba en el auditorio en aquella ocasión, le desanimó. Quiso pensar en esto, y casi estuvo á punto de no saber qué decir. Y, sin embargo, él tenía fijos en la imaginación algunos magníficos pensamientos; pero ¡cosa singular! no los podía decir.
De Francisco Bernardo de Quirós, cuyas comedias no son raras en las colecciones generales, hay algunos dramas en las Obras de D. F. B. de Quirós, alguacil propietario de la casa y corte de S. M.: Madrid, 1656. Entre los escritos de Francisco de la Torre, se distingue, por su singular carácter fantástico, la comedia titulada La confesión con el demonio.
Es muy singular siguió diciendo el señor Boulmet. ¿Querrá usted creer, señora, que su nieta de usted no es una excepción y que existe esta antipatía por el matrimonio en una gran parte de mi clientela?... Así como las jóvenes sencillas y sin gran instrucción ni dote parecen entusiasmadas por el matrimonio, las dotadas de talento y fortuna manifiestan respecto de él una frialdad significativa.
¡Singular contraste, perfectamente característico del siglo actual!
Las dos mujeres quedaron solas cerca de su huésped, un poco inquietas, á pesar de los buenos presagios del médico, por aquella prolongada inmovilidad. Le miraban en silencio y el interés que les inspiraba su estado resultaba aumentado por una singular simpatía causada por la dulzura de su cara.
Al fin la palabra salía bien o mal construida y Barragán podía adivinar que los negocios no marchaban bien, que su esposa estaba muy triste pero que no le guardaba rencor. Era de ver al paisano en aquel momento agitado, convulso, hablando muy quedo pero con singular vehemencia en la expresión, unas veces imperativa, otras suave, acariciadora, otras terrible y amenazante.
¡Cállese usted! ¡No sea usted estúpido, hombre! ¡Chis, chiis, chiis! Al fin callaron todos y pudo oírse la fogosa melodía de Verdi, interpretada con singular delicadeza. La voz femenina que salía por los entreabiertos balcones rasgaba la atmósfera acuosa del exterior vibrando con fuerza por el ámbito de la plaza y yendo a perderse en las encrucijadas de la villa.
Y tomándome las manos, aquella singular criatura, me clavaba las uñas como una pantera, y me irritaba con sus palabras ardientes y resueltas.
Entonces pasó una cosa singular: cuando la sastra se acercaba á la puerta, Batilo, el perro misántropo, que en aquella mansión había olvidado los hábitos propios de su raza, corrió tras ella, se agitó convulsivamente como quien hace un gran esfuerzo, y ladró, ladró como un mastín ante un salteador; persiguió á la mujer dando agudos aullidos, y hasta llegó á pillarle entre sus inofensivos dientes el traje y el mantón.
Palabra del Dia
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