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Actualizado: 6 de junio de 2025
La vida no es mas que el alimento, y el cuerpo que el veštido? Mirad á las aves del cielo, que no šiembran, ni šiegan, ni allegan en alholies, y vueštro Padre celeštial las alimenta. No šoys vošotros mucho mejores que ellas? Mas quien de vošotros podrá cõgoxandoše añidir
23 La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? 26 Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás?
En el valle donde se asienta la parroquia de que el ama procedía valle situado en los últimos confines de Galicia, lindando con Portugal las mujeres se distinguen por sus condiciones físicas y modo de vivir: son una especie de amazonas, resto de las guerreras galaicas de que hablan los geógrafos latinos; que si hoy no pueden hacer la guerra sino a sus maridos, destripan terrones con la misma furia que antes combatían; andan medio en cueros, luciendo sus fornidas y recias carnazas; aran, cavan, siegan, cargan carros de rama y esquilmo, soportan en sus hombros de cariátide enormes pesos y viven, ya que no sin obra, por lo menos sin auxilio de varón, pues los del valle suelen emigrar a Lisboa en busca de colocaciones desde los catorce años, volviendo sólo al país un par de meses, para casarse y propagar la raza, y huyendo apenas cumplido su oficio de machos de colmena.
6 ¿Es éste tu temor, tu confianza, tu esperanza, y la perfección de tus caminos? 7 Acuérdate ahora, ¿quién haya sido inocente que se perdiese? Y ¿adónde los rectos han sido cortados? 8 Como yo he visto que los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. 9 Perecen por el aliento de Dios, y por el espíritu de su furor son consumidos.
A fines de febrero las nieblas se remontan, y se van, para que las montañas luzcan sus nuevos trajes, el vistoso atavío con que se engalanan, los árboles al advenimiento de la primavera, la cual se acerca precedida de arrasantes huracanados vientos, que se llevan las frondas caducas, siegan las ramas muertas, hinchan con su hálito vivífico yemas y brotes, y aceleran el desarrollo de los capullos.
»Estás a cien leguas de lo que te está diciendo, sin atender a otra cosa que a la hija adorada que juega junto a ese maldito estanque en el cual podría caer corriendo y sin pensar más que en el fresco de la noche que pueda helarla, porque recuerdas que su madre, a los veintidós años, sucumbió víctima de una de esas enfermedades que siegan en flor la vida.
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas? 27 Mas ¿quién de vosotros podrá, acongojándose, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido ¿por qué os acongojáis? 29 mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos.
Palabra del Dia
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