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Actualizado: 7 de mayo de 2025
¡Ah! dijo Catalina ; si estuviéramos seguros de que nuestros asuntos del Donon fueran tan bien como aquí, podíamos estar satisfechos.
Pueden fallar los tiros, y entonces el alma se impacienta; suele suceder que la bala no toma la dirección conveniente y queda la bestia a medio matar con medio cuerpo muerto y medio cuerpo vivo. Por eso yo te traigo aquí los medios tóxicos, que son callados y seguros».
Sólo llevamos hecho un piso, y estamos seguros de que el día que lo cargen se vendrá abajo, aplastando a todo Cristo. ¡Con tal que no estemos nosotros!... El contratista viene en su automóvil una vez por semana; mira, recomienda que se haga todo por el sistema de «mírame y no me toques», y se va.
Y tiene mucha razon el que discurre de este modo; pero lo curioso es, que el tercer contrincante las alegará igualmente fuertes contra sus dos adversarios. ¿Cómo se sabe, podrá preguntar, que el principio de contradiccion es verdadero? claro es que no lo sabemos sino porque en la idea del ser vemos la imposibilidad del no ser á un mismo tiempo y vice-versa; luego no estais seguros del principio de contradiccion sino aplicando mi principio: «lo que está contenido en la idea clara y distinta de una cosa, se puede afirmar de ella con toda certeza.» Si nada puede sostenerse en cayendo al principio de contradiccion, y este se funda en el mio, el mio es el cimiento de todo.
Al notar la afluencia tumultuosa que se disputa la entrada en los citados sitios, diríase que Paris come en la calle, que la familia no existe: y á la verdad que no seria muy aventurada semejante asercion; pues todo pensador que estudie la familia en Paris estamos seguros que se desconsolará profundamente.
Los vencidos, seguros de la palabra dada por el vencedor, protestan escandalizados, y si no se sublevan es por la intervención del alfaquí Abu-Walid, que confía en que el rey cumplirá sus compromisos.
Es preciso que estemos seguros de la correspondencia de nuestras sensaciones con un mundo exterior, nó puramente fenomenal, sino real y verdadero.
El Padre Ministro de Espadal, tenido por el hombre más cuerdo de la Provincia no podía haber escrito esas palabras. Instintivamente, los tres religiosos se dirigieron a la portería para interrogar a Juan González, seguros de que se trataba de una broma. Pero Juan González, yacía en el suelo, boca arriba, con los ojos muy abiertos.
No tienen nada que temer: buenas mulas y buena compañía. En Torrejón están ustedes seguros ... Aquí ... no lo creo. Es preciso salir de esta casa y de Madrid inmediatamente. Pues vamos dijo Lázaro con resolución. No perdamos tiempo. Rápidamente se prepararon uno y otro. ¿No hay una puerta que dé á otra calle? preguntó Bozmediano á Pascuala.
Muchos otros trabajos inéditos hemos creído prudente intercalar, con ilustración de datos, seguros que con ésto complaceremos la natural curiosidad de la opinión y del país, que está ávido de conocer con certeza todos los pormenores del nefasto movimiento racista, ya dominado, por fortuna.
Palabra del Dia
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