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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Sus palabras adquieren así una importancia capital, y todos la escuchan con respeto. Pero si cuando habla sabe tomar aspecto de maza, cuando se calla es todavía más aterradora; su silencio es de plomo. ¿Qué hay de nuevo, señoras? preguntó en cuanto estuvo sentada. Supongo que sabrán ustedes que la doncella de la Courtin deja a su ama... ¿De veras? exclamó la señorita Sarcicourt.
Ese asunto le es a usted antipático y voy a tratar de reemplazar a usted. Creo continuó, mirando a la Sarcicourt, que una de las primeras razones que impulsan al celibato es la abnegación. ¡La abnegación! exclamó la Roubinet con todo el ardor de una persona que nunca ha sabido lo que es eso. ¡Qué poesía en ese motivo!... ¡Qué suavidad!... Hay muchos géneros de abnegación hizo observar Genoveva.
Son más bien cuadros despintados que mujeres de edad... Sí, comprendo, señor cura dije conteniendo la risa, son las «Flácidas» de la corporación... Un ruido de pasos, una puerta que se abre, y nuestra conversación queda interrumpida. Celestina, con su voz especial de los jueves se anuncia todavía en casa de la abuela, anunció: La señorita Sarcicourt.
El cura me echó una mirada rápida que significaba: «Va usted a estudiar en lo vivo.» Aprovechando las efusiones a que se entregaban la abuela y la señorita Sarcicourt, el padre Tomás se retiró, con gran desesperación de aquellas señoras, que querían retenerle. ¡Oh! señor cura, soy yo quien le echa... Qué lástima... murmuraba la señorita Sarcicourt haciendo monadas.
Palabra del Dia
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