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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Noto que Vuestra Majestad tiene herida o lastimada una mano observó con fingido interés. Sí, me puse a jugar con un perro faldero dije, resuelto a burlarme de él, y ya sabe Vuestra Alteza cuán falsos y traidores son. Se sonrió sarcásticamente y me miró con fijeza breves momentos. ¡Pero esas mordeduras son peligrosas! exclamó alarmada la Princesa. Nada temas, prima mía dije.
Respiraba con fuerza, sonreía sarcásticamente, rechinaba los dientes y escupía a menudo, mostrando de este modo su desaprobación a todo lo que se había dicho, lo que se estaba diciendo y lo que se había de decir. De vez en cuando, dejaba escapar algún ¡bah! o algún ¡pouh! o un ¡ta! y otras partículas no menos significativas.
S. E. se sonrió nerviosamente y contestó: ¿Sí? pues razon de más para que continúe preso; un año más de carrera, en vez de hacerle daño, le hará bien, á él y á todos los que despues caigan en sus manos. Por mucha práctica no es uno mal médico. ¡Razon de más para que se quede! ¡Y luego dirán los reformistas filibusterillos que nosotros no nos cuidamos del país! añadió S. E. riendo sarcásticamente.
Pero ¿qué tiene que ver Estévanez con ese artículo de El Universal? preguntó con asombro Reynoso. Pero, ¿no sabes, inocente profirió Tristán sonriendo sarcásticamente , que Leporello está casado con una parienta de Estévanez y que no ve más que por sus ojos ni piensa más que por su cerebro?
Cuando tocó el turno a María sonrió sarcásticamente, y dijo con burda ironía: Tenga usted la amabilidad de acercarse, señorita, y de contestar a las preguntas que este caballero capitán va a dirigirle. ¿Cómo se llama usted? dijo el fiscal. María de Elorza y Valcárcel. De, dee, dee murmuró el general . ¡Siempre los mismos humos aristocráticos!
Y separando nuevamente los brazos que le aprisionaban y sonriendo sarcásticamente, retrocedió algunos pasos y se fue. Clotilde le miró estupefacta: después cayó desmayada en el diván.
Cuando intentó presentarse á los generales invasores para formular una elocuente protesta contra los atropellos cometidos por sus tropas, sólo pudo ver á un oficial, que le contestó sarcásticamente, acabando por amenazarle con el fusilamiento. Nadie hacía caso de su nombre; aquellos guerreros vestidos de gris verdoso parecían oirlo por primera vez.
Palabra del Dia
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