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Actualizado: 22 de octubre de 2025
Y otras veces: La mujer del carretero, una verdadera chismosa. La granjera del Quejigal, una ricacha, pero más mala que un dolor... La huérfana sentía pesar sobre ella todas aquellas miradas inquisitoriales que investigaban su sencillo traje, inventariaban su pobre mueblaje y observaban sus menores gestos con la astuta malevolencia de los rurales para con «los de la ciudad».
Nada mas grato para el excursionista admirador al mismo tiempo de la naturaleza y de las obras humanas, y deseoso de adquirir alguna idea de las poblaciones rurales, que ese paseo en que las horas vuelan para el espíritu encantado, al traves de aquella sucesion de paisajes tan variados e-interesantes.
Agotado todo lo que en el salón había que enseñar al primo, le mostraron la casa desde el desván hasta la leñera: un caserón antiguo, espacioso y destartalado, como aún quedan muchos en la monumental Compostela, digno hermano urbano de los rurales Pazos de Ulloa.
¡Los fletes nuestros y nuestras pilchas mejores, serían la presa de los piquetanos que nos habían cazado como a chorlos! ¡Ahí quedaban entre sus garras hambrientas! Siempre he pensado, después, que estos procedimientos son el origen de ese odio ciego, de esa invencible antipatía que los soldados de línea sienten por las policías rurales, y que los hombres observadores no alcanzan a explicarse.
Pero sus íntimos le habían oído, en el secreto de la confianza, después de comer bien, a la hora de las confesiones, que para él no había afrodisíaco mejor que el frío. «Ni los mariscos producen en mí el efecto del agua y la nieve». Y como sus aventuras eran todas rurales, salía el buen Vegallana a desafiar los elementos, recorriendo las aldeas, entre lodo, hielo y nieve en su coche de camino.
El desprecio con que se miraban antes las propiedades rurales, y el empeño que se tuvo despues en monopolizarlas, contribuyeron igualmente á mantener la provincia en el mayor abatimiento. Hasta el año de 1740, no solo la campaña, sino la misma ciudad de Buenos Aires estuvo á merced de los indios.
El espacio que media entre el Oise y el Marne es vastísimo, y como las colinas son muy raras la llanura forma una especie de horizonte de praderas, campos de cultivo, parques y pequeños bosques, poblaciones rurales, canteras y molinos dispersos en todas direcciones de aspecto muy interesante.
Le dije a usted en una ocasión, hablando de lo que hoy tenían que hacer los hombres cultos y de buena voluntad en los pueblos rurales para conseguir en ellos lo que don Celso y sus antecesores en el suyo, que no en todas partes se lograba el mismo fruto; que hasta había mártires de ese heroico trabajo, y que quizás tuviera usted ocasión de conocer a alguno de ellos.
Al levantarse en armas don Carlos, fué de los primeros en ponerse á su servicio; y su paso por una escuela militar, así como su educación, le permitieron sobresalir inmediatamente entre los demás guerrilleros del llamado ejército del Centro, propietarios rurales, escribanos de villorrio, clérigos montaraces. Era de un valor temerario, aunque poco afortunado.
Miles de duros apostarían ellos contra las pesetas que pudieran ofrecer aquellos rurales de Guipúzcoa, que vivían del miserable cultivo de la tierra. Y en sus reuniones nocturnas acordaban los detalles de la apuesta, con arreglo á lo convenido por cartas y hasta por mensajeros, con los lejanos enemigos. El próximo domingo sería la lucha en la plaza mayor de Azpeitia.
Palabra del Dia
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