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Actualizado: 26 de junio de 2025


Entonces, temiendo ser envueltos, porque la oscuridad de la noche les hacía imaginar que sus enemigos eran más numerosos, los de Rivota retrocedieron por el camino de Entralgo para unirse á sus compañeros. Los de Villoria los persiguieron algún tiempo. Al cabo Nolo, cuya alma estaba llena de valor y de prudencia, se detiene. Basta ya, compañeros.

Si pronto no le ayudamos estoy en fe que le van á poner esos cerdos como un higoAmbos se lanzan en socorro suyo, animados de un valor intrépido. Llegan al círculo de enemigos que acorralaban al industrioso Quino. Tanasio, para romperlo, se vale de su enorme cayado cortado en el monte Raigoso. Con él tira velozmente de las piernas á tres ó cuatro mozos de Rivota y los hace caer de bruces.

Cinco mozos de Rivota y tres de Lorío le tenían envuelto y acosado como jauría de perros á un jabalí feroz. Quino, rodeando con la chaqueta su brazo izquierdo á modo de escudo, paraba y contestaba con habilidad los garrotazos que le dirigían, pues era diestro esgrimidor de palo. Llegó un instante, sin embargo, en que los golpes menudeaban de tal manera que le fué imposible pararlos.

Los del alto nunca echamos el cuerpo fuera mientras se repartía leña y á nosotros nos ha tocado tanta ó más que á vosotros. En la romería de Lorío el año pasado molieron sobre unos mozos como si estuvieran trillando trigo. En más de una semana no pude hacer labor alguna porque estaba derrengado. Á mi primo Jacinto le dejaron en Rivota más blando que un higo.

Antes que dieras muchos pasos en ella ya él la habrá saltado y estará en su casa. El mozo de Rivota se encogió de hombros con cólera y desdén y profirió sordamente: Bueno... otro día será.

En vano el valeroso Firmo de Rivota los anima con grandes voces al combate y dando el ejemplo se arroja con temerario coraje en medio de la pelea. El mísero sucumbe al fin bajo el garrote de Jacinto de Fresnedo; cae aturdido y es pisoteado.

Delante de su palo asolador caían los mozos de Rivota y Lorío. Pero arrastrado de su ardimiento había ido demasiado lejos. Cuando menos lo pensaba se encontró solo. Entonces, al echar una mirada en torno y verse rodeado enteramente de enemigos, flaqueó su corazón y olvidó su fuerza indomable. Tres veces gritó con voz penetrante demandando socorro á sus amigos.

Los de Rivota se van á unir pronto á los de Lorío y vendrán sobre nosotros. Es menester que se encuentren solamente con los árboles para saciar su rabia. Y seguido de sus amigos se lanzó por el monte arriba. Largo rato se oyeron sus gritos de triunfo. El eco de las montañas los repitió hasta los confines del valle. Demetria.

Si no estuviese picado con nuestros chicos hace una temporada, ni hubiera pasado lo del Obellayo ni lo de ayer tampoco...¿Te acuerdas, Goro, cuando y yo solos al pie del puente de Arco detuvimos á nueve mozos de Rivota, dando tiempo para que los nuestros pasaran el río y los cogieran por la espalda?

Jamás se diera el caso de que Firmo de Rivota, ni Toribión de Lorío, ni Nolo de la Braña ni Celso de Canzana, ninguno, en fin, de los héroes gloriosos que brillaban en los combates provocase la pelea. Esta odiosa misión parecía encomendada á algún chicuelo insolente, á algún despreciable zagal que después de prender fuego á la mecha solía desaparecer como si le hubiese tragado la tierra.

Palabra del Dia

rigoleto

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