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Actualizado: 20 de junio de 2025
19 Y el sonido de la trompeta iba esforzándose en extremo: Moisés hablaba, y Dios le respondía en voz. 20 Y descendió el SE
Al día siguiente corrí a casa de Magdalena. Había salido. Volví los días siguientes: no había medio de encontrarla. Adquirí la convicción de que no respondía de sí misma y recurría a medios de defensa que fuesen a toda prueba.
Para entenderse en los menesteres de la vida se escribían cartitas y en ellas se trataban de usted . "Asunción me ha pasado un recado diciéndome que vendrá a las ocho para llevarme al teatro. ¿Tiene usted inconveniente en que vaya?" escribía ella dejándole la carta sobre la mesa del despacho . "Puede usted ir adonde guste" respondía él por el mismo procedimiento . "¿Qué platos quiere usted para mañana? ¿Le gusta a usted la lengua en escarlata?"
Ella respondía al azar, equivocándose en las palabras, y hasta saludó dos veces a un señor que le presentó Charito. Tenía la sensación de que todas las gentes vivían ciegas en el mundo, asediadas por multitud de preocupaciones triviales que las absorbían y les quitaban el sentimiento de una realidad más profunda. Iba cesando el rumoreo mundano.
Sin duda respondía el anabaptista en tono sentencioso ; pero está escrito: «¡No matarás! ¡No derramarás sangre de tus hermanos!»
He aquí, señores, he aquí, mis amigos, lo que les decía a ustedes hace un instante sobre la juventud del día! respondía el doctor Trevexo. ¡Qué falta de resignación política, qué carencia de sumisión y de respeto demuestran a los designios superiores de la experiencia! ¡Un partido! Un partido es una colectividad cuya primer condición de vida es la obediencia.
La criatura no podía hacer ningún llamado visible ni inteligible a su padre, y éste se encontró bajo la impresión de una extraña mezcla de sentimientos; de un conflicto de pesares y de alegrías viendo en aquel pequeño corazón que no respondía con ningún latido a la ternura medio celosa del suyo, mientras que los ojos azules se alejaban de los de él y se fijaban en la extraña cara del tejedor.
Cuando su voz abaritonada respondía a las palabras del obispo, había en ella tal encanto y tanta autoridad, que las buenas señoras se lamentaban de que estas contestaciones fuesen breves.
Doña Lupe, que la tenía al lado, estaba al quite para auxiliarla si fuera menester, y en los más de los casos respondía por ella, si algo se le preguntaba, o le soplaba con disimulo lo que debía de decir. A un tiempo notaron Fortunata y doña Lupe que Maximiliano no se sentía bien.
En vano pretendió su mujer recobrar el perdido ascendiente: Quintín estaba desconocido: tan pronto se enfurecía por un quítame allá esas pajas, como respondía a las lágrimas con desdeñoso encogimiento de hombros, acabando por quedarse impasible, a modo de ídolo chino de los que se contemplan el ombligo, con lo cual ella llegaba al paroxismo de la cólera.
Palabra del Dia
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