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Renúnciase al propósito de presentarlo todo á la vista de los espectadores, hasta las circunstancias más insignificantes; si en las obras anteriores se intercalan escenas inoportunas que interrumpen la acción principal, y que podrían suprimirse sin violencia, en las posteriores se sustituyen con las relaciones que hacen los personajes.

La sacristía contiene riquezas inmensas en joyas y vasos sagrados, y es prodigiosa la pompa que el clero sevillano despliega en la Semana Santa para el tocado y las vestiduras de la Virgen. ¡Cuántas miserias no serían aliviadas si la Iglesia católica, renunciando á un lujo de ostentacion que ofende la majestad inmaterial y suprema de la Divinidad, y que desvirtúa la noble sencillez del cristianismo, renunciase á las costumbres paganas y consagrase á la enseñanza y la beneficencia los inmensos tesoros improductivos que yacen en las sacristías!

Y de lo dicho deduje que tenía un caudal «atroz», y una suerte báaarbara para los negocios, por lo cual esperaba acrecentar sus caudales hasta lo absuuurdo; que no era el mismo hombre «tope a toope» con una dama como yo, que «cara a caara» con el ministro de Hacienda «para plantear un asunto de sus especulaciones... y tal y demás», y hacerse plaza y lugar entre los más respetados en aquellas regiones y las circunvecinas, porque no todas las gentes servían para todo; que si le faltaban prendas para brillar entre las damas tanto como campaba en el «mundo financiero», no era esa una razón para que él renunciase al propósito, bien honrado, de que lucieran en gloria y bienestar de una mujer de su agrado, «de estas prendas y las otras... y tal y demás», los esplendores de sus caudales; y que si no, ¿para qué los quería?

Delante de Amaury, no cesaba el doctor de encomiar las cualidades de Antoñita, dejando traslucir en más de una ocasión el agrado con que vería que Amaury renunciase a los planes que él mismo había trazado respecto a su pupilo y a Magdalena, para dedicarse a aquella sobrina que había prohijado, y en la cual parecía haber concentrado ya todo el afecto.

Se dijo que el emperador tal vez la desterrase á sus vastas propiedades de Siberia para doblar su voluntad, y la nieta del cosaco contestó á la amenaza prometiendo á gritos su suicidio antes que obedecer. Al fin, el soberano dejó prudentemente que cumpliera su deseo. Casándose, tal vez renunciase á sus excentricidades, y la corte de Rusia, pródiga en escándalos, tendría uno menos.

Pero sobre todo lo que sentía era Luisa, su querida hijita. ¡Cuántas lágrimas iba a derramar! ¡Cómo iba a suplicarle que renunciase a la guerra! ¡Y cómo se arrojaría a sus brazos, diciéndole: «¡Oh, no me abandones, papá Juan Claudio! ¡Tanto como te quiero! ¿No es verdad que no quieres dejarme

Temíamos que, renunciando el pintor a casi todas sus ventajas indiscutibles, al paisaje, al diálogo, al provincialismo, a lo más enérgico y característico de su manera, renunciase por el mismo hecho a sus mayores triunfos.