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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Experimentaba una dulce emoción. ¿Esta sensación era causada por el que caminaba allá, o por el encanto sugestivo del crepúsculo? Una gran calma reinaba a su alrededor; en el horizonte el mar parecía adormecerse.
En este ancho espacio, que es para Valencia vientre y pulmón a un tiempo, el día de Nochebuena reinaba una agitación que hacía subir hasta más arriba de los tejados un sordo rumor de colosal avispero.
Viendo que la noche era ya cerrada, me despedí al cabo, porque su percance no me había quitado la memoria del mío. Emprendila a paso largo hacia el barrio de Triana; salvé el hermoso puente que lo separa de la ciudad, y entré en la calle de San Jacinto, que es la primera que se encuentra de frente. En aquella hora reinaba allí mucha animación.
En la antigüedad no existian más que castas teológicas, la idea de Dios era la que exclusivamente reinaba. En los tiempos modernos hay castas sociales; al lado de la excelsa idea de un Dios, reina en el mundo la idea del hombre.
Los hábitos negros, la discreta media luz que filtraba al través de los cortinajes de los balcones, esfumando los adornos de la antesala en una dulce penumbra, y la calma discreta que reinaba en toda la casa, daban a ésta un ambiente conventual de profunda paz, dulce y atractivo.
Tiago cuando, confiscados los bienes de estos, se vendieron. Como aquel año la Navidad correspondía á luna menguante, reinaba allí oscuridad completa.
La desigualdad del piso, el humilde aspecto de las casas, la escasa animacion que reinaba en todas partes llamaron por de pronto nuestra atencion: nos parecia que estábamos en una de esas villas puramente agrícolas en que los habitantes dejan la poblacion por la campiña al primer crepúsculo del alba.
Entré por donde mi protectora me señalaba, y me hallé en la capilla, sin ver de ella casi nada; tal era la oscuridad que reinaba. Pude apreciar, no obstante, que era bastante grande y bien decorada.
De la capilla, que estaba en el extremo del gran edificio, llegaba el murmullo del canto que en voz baja entonaban los monjes; pero más allá reinaba el silencio de una tumba.
De este modo cundia el fraude por obra de aquellos mismos que debian atajarlo, y se sorprendia la conciencia pública hasta en los documentos auténticos. La poca instruccion que reinaba en las clases privilegiadas, favorecia estas imposturas, y hacia mas dificil su manifestacion.
Palabra del Dia
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