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Curado con estos desengaños de la pasión política, dióse á lo de puro recreo; y quiso contemplar de cerca lo que tanto admiró desde lejos: la casa de fieras.

Retiróse á su casa, mandó que le compraran libros nuevos para calmar su enfado, y convidó á comer á varios literatos para su recreo. Llegáron mas del doble de los que habia llamado, como acuden las avispas á la miel. No se daban vado estos gorreros á hablar y á engullir, y elogiaban dos clases de hombres, los muertos y ellos propios, mas nunca á sus coetáneos, exceptuando el amo de casa.

Y como esto del público y sus perezas o estímulos, aunque pertinente al asunto de este prólogo, no es la principal materia de él, basta con lo dicho, y entremos en La Regenta, donde hay mucho que admirar, encanto de la imaginación por una parte, por otra recreo del pensamiento.

Y a fe que se aprovechó de ello; se recreó en su dicha y adquirió algunas fuerzas para las pruebas por que aun tenía que pasar. El clima de las islas Jónicas es de una dulzura y una regularidad sin igual. Allí el invierno no es otra cosa que la transición del otoño a la primavera; los veranos son de una serenidad fatigosa.

Para D.ª Feliciana, encerrada noche y día detrás del mostrador y ocupando todas las horas de su existencia en ir levantando poco á poco y ochavo á ochavo la fortuna de su marido, Paco Ruiz, con sus dichos picarescos, á los cuales daba realce la constante gravedad de su fisonomía, representaba el teatro, el baile, las joyas, los vestidos; todo lo que constituye el recreo y á menudo la felicidad de una mujer.

En el invierno se recrudeció un poco su enfermedad del estómago; además, le acometió un catarro pertinaz que le hacía toser bastante por las noches. Y como se sintiese cada día peor, tomó el acuerdo de irse en la primavera con un amigo, que le brindó a pasar dos o tres meses en una finca de recreo que tenía en la montaña de Cataluña.

Ha llegado a la edad en que los hombres se retiran del sitio grande o pequeño que hayan ocupado, y se convierten en simples espectadores que observan con indiferencia la comedia que en el mundo se representa; entonces, son los libros su distracción, su recreo; constituyen, en fin, parte de su existencia. En los libros de historia se aprecia la vida real; en la novela el mundo imaginario.

Un día sólo en la semana, y eso no todo el año, se divierten mis compatriotas: el lunes, y no necesito decir en qué: los demás días examinemos cuál es el público recreo. Para los elegantes todas las corridas de caballos, las partidas de caza, las casas de campo, todo se encierra en dos o tres tiendas de la calle de la Montera.

Salgamos, que en realidad no tiene maldita gracia que nos estemos aquí hechos unos pasmarotes. Y repara que después que aquellos señores acabaron de cantar, esto está tan solo y obscuro que antes impone miedo que piedad. Larguémonos fuera un ratito, que una cosa es la fe y otra el saludable recreo del cuerpo y del alma.

D. Romualdo vivía sólo. Un hijo que tenía empleado en Málaga se le había muerto hacía cuatro años. Disfrutaba una pequeña renta, suficiente a subvenir a sus cortas necesidades, y no tenía otra ocupación que pescar con caña, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se partía para Consejero entre los anzuelos y los naipes.