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La recaída de mi tío; el descenso de la temperatura, con el subsiguiente despejo de sendas y caminos, y la salsilla de «lo de ayer» llevaron a la cocinona aquella noche un gran golpe de tertulianos.

Al otro día, el doctor, seguro ya de que Magdalena no sufriría por el momento ninguna recaída, comenzó a salir de casa para dedicarse a sus quehaceres habituales. Tenía que ir a palacio para explicar al rey su conducta y debía también visitar al ministro de Negocios Extranjeros para recordarle su promesa relativa a la misión que se encargaría a Amaury.

No cantes victoria, no cantes victoria tan pronto indicó Rosalía, flechada súbitamente por un pensamiento triste en medio de su alegría . Hay que temer la recaída... A ser , yo no me quitaría la venda. ¿Qué es esto? dijo el médico, que entró sin anunciarse . ¿Jarana tenemos? ¿Qué correrías son esas, amigo Bringas? La venda... No hay que fiar todavía. Claro es que no conviene.

Laura, trasladada a la estancia, comenzó a mejorar, excitada por el sol y el aire áspero del campo. Pero tuvo una recaída y murió. Acaso no vino a sostener sus débiles fuerzas una suficiente voluntad de vivir.

No seamos niños, Ana; estás mejor, eso que tienes es efecto de la debilidad... no pienses en ello... es aprensión; la aprensión hace más víctimas que el mal. Y repetía infaliblemente la parábola del cólera y la aprensión. La idea de una recaída, de un estancamiento siquiera, le parecía subversiva, una maquinación contra su reposo. «

Levantose el padre de Magdalena; pero ésta hizo un ademán de súplica tan insinuante que volvió a sentarse ocultando la frente entre sus manos. Reinó un largo silencio que sólo interrumpía Amaury con sus sollozos. Las cosas volvían al mismo estado que dos semanas atrás; pero con la diferencia de que el nuevo accidente había sido una grave recaída. «¿Viviré o moriré?

El señor Le Bris le seguía con el rabillo del ojo, como a un enfermo al que hay que evitar una recaída. Le hablaba muy raras veces de París, nunca de la calle del Circo.

Estaba muy flaco de una recaída. Había llegado dos veces á morir, y como llegó en tierra, vinieron algunos á consolarle; respondió que se contentaba de haber perdido la hacienda y no la honra, como otros, aunque de esta vuelta no se le puede dar honra alguna ni loar su buen gobierno, pues dejó de salir con tiempo á la mar, y desamparó las naves, que no lo había nunca de pensar.

De pronto, como revelación de una recaída hacia un misticismo más doloroso o más elevado, había escrito seguramente por una coincidencia fortuita con el poeta Longfelow Excelsior, Excelsior, Excelsior, repetido entre una porción de signos de admiración.

Esta esposicion, la vista recaida en ella del fiscal de S. M., dictámen del asesor, voto consultivo de la junta superior de hacienda, y decreto proveido en su conformidad, todo ello justifica que sobre no ser de grande utilidad al erario este arbitrio, es en estremo perjudicial á aquel comercio.