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Actualizado: 1 de septiembre de 2025
Un cuerpo recibe en su superficie los rayos del flúido que llamamos luz; estos reflejando, vienen á parar á la retina, es decir á otra superficie, que está en comunicacion con el cerebro: hasta aquí todo va bien; todo se comprende; hay un flúido que se mueve, que va de una superficie á otra, y que puede causar este ó aquel efecto puramente físico, en la materia cerebral: pero ¿qué relacion hay entre todo esto y esa impresion de un órden totalmente distinto, que se llama ver? esa impresion que ni es el flúido, ni el movimiento, sino una afeccion de que tiene íntima conciencia el ser que vive, que piensa, el yo?
El día anterior había regresado muy tarde á la ciudad, después de verse festejado y admirado durante varias horas por más de cien mil mujeres. Su discurso en las gradas del templo de los rayos negros lo había escuchado esta enorme multitud, interrumpiéndolo con aplausos. Su éxito resultó tan ruidoso como el del joven poeta rival de Golbasto.
Esta luz, más caliente, se mezcla con la frialdad de los rayos de la luna, y puede decirse que dota de corazón, de ternura y de sensibilidad humana, las formas que evoca la fantasía. De imágenes de nieve que son, las convierte en hombres y mujeres.
Cambian allí arriba los fenómenos de la luz, del calor, del clima y de la vegetación; el aire más enrarecido deja pasar más fácilmente los rayos calóricos, ya desciendan del sol, ya suban desde la tierra. Cuando brilla el astro en su cielo claro, elévase rápidamente la temperatura en las pendientes superiores.
Por un fenómeno singular de aquel montañoso clima, los rayos del sol difundían benigno calor sobre el paisaje de invierno, como compadeciéndose arrepentidos de lo pasado; pero, al mismo tiempo, descubrían la nieve apilada en grandes montones alrededor de la cabaña.
Quitáos los cascos y bajad las armas para que el brillo del acero á los rayos del sol no llame la atención del enemigo. Aquí hemos de aguardar ocultos hasta la noche.
Preguntadle al gaucho, a quien matan con preferencia los rayos, y os introducirá en un mundo de idealizaciones morales y religiosas, mezcladas de hechos naturales, pero mal comprendidos, de tradiciones supersticiosas y groseras.
Caían ya oblicuamente los rayos del sol en los zarzales y setos, y un peón caminero, en mangas de camisa, pues tenía su chaqueta colocada sobre un mojón de granito, daba lánguidos azadonazos en las hierbecillas nacidas al borde de la cuneta. Tiró el jinete del ramal para detener a su cabalgadura, y ésta, que se había dejado en la cuesta abajo las ganas de trotar, paró inmediatamente.
En lontananza brillaba a veces el acero de un estribo, el color de un traje o de una librea, el rápido girar de los barnizados rayos de una rueda. Lucía observaba las diferencias de los caballos.
Las pocas luces que poseía esparcían sus rayos tan débilmente, que su creencia perdida formaba una niebla bastante espesa como para formar en su alma las tinieblas de la noche. Su primer movimiento, después del choque, fue ponerse a trabajar. Después continuó en la labor sin remisión.
Palabra del Dia
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