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Celinda apareció vestida con falda de amazona. Envió á su padre un beso con la punta del rebenque, y sin apoyarse en el estribo ni pedir ayuda á nadie, se colocó de un salto sobre el aparejo femenil, haciendo salir su caballo á todo galope hacia el río. No fué muy lejos.

El pantalón tenía los bordes levantados sobre unas babuchas blancas que contenían sus pies desnudos. En el lugar del corazón llevaba bordada una cifra, cuyas letras no pudo desenmarañar Ulises. Encima de esta cifra avanzaba su punta un pañuelo asomado á la abertura del bolsillo.

Apuradillo se vió el rey Buby para escribir la carta; pero consiguiólo al cabo, y no sin grande suerte, pues tan sólo llegó á mancharse de tinta los cinco dedos de cada mano, la punta de la nariz, la oreja izquierda, un poco del borceguí derecho y todo el babero de encajes desde arriba hasta abajo.

Se había visto pasar á Tragomer y en este momento se daban indicios ciertos sobre la dirección que había tomado á aquellos ojeadores de caza humana. Ganemos la punta del promontorio y ocultémonos en las rocas, dijo Cristián. Avanzaron rápidamente y se metieron en una pequeña gruta, donde pudieran respirar, ver y escuchar por unos instantes.

El canton de Zuric, riberano del Rin en una proporcion regular, extiende una punta de su territorio sobre la márgen derecha de ese gran rio, partiendo límites con el gran-ducado de Báden.

Al abandonar aquellas hirvientes aguas las bautizamos gravando en el añoso tronco de un árbol con la punta del bolo, Laguna de las lágrimas. De la Laguna de las lágrimas á Manito, solo hay 3 millas. Este pueblecito es el último de los que forman el partido de Sorsogon. Tiene 1.719 almas tributando 801. Se inscribieron en los libros canónicos 46 bautizos, 8 casamientos y 19 defunciones.

El capitán disimulaba su turbación apartando la vista y poniéndose aún más rígido dentro de su metálico coselete. ¡Si no estuviese de servicio!... Alguno más audaz atravesaba la calle para colocarle el vaso bajo la cascada de plumas, queriendo tentarlo con el perfume; pero el incorruptible centurión se echaba atrás, presentando la punta de su espada. El deber era el deber.

De la ventana central proyectaba una larga barra á manera de asta, de cuya punta pendía enorme rama seca, señal cierta de que el sediento viajero hallaría en la venta toda clase de bebidas, y en especial la dorada cerveza y el buen vino que tanto contribuían á la justa fama del establecimiento.

6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el aceituno, [que quedan ahí] dos o tres granos en la punta de la rama, cuatro o cinco frutos en sus ramas, dice el SE

Ya no salía nunca hacia el bosque que no la llevase consigo; y a veces, mirando hacia una y otra parte, como si alguien pudiera sorprenderle, hincaba la punta de cierto modo en el tronco de los árboles para recordar la terrible estocada con que había dado muerte a Gonzalo.