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Actualizado: 1 de junio de 2025


Cada vez que algún Ayuntamiento radical emprendía o proyectaba siquiera el derribo de algunas ruinas o la expropiación de algún solar por utilidad pública, don Saturnino ponía el grito en el cielo y publicaba en El Lábaro, el órgano de los ultramontanos de Vetusta, largos artículos que nadie leía, y que el alcalde no hubiera entendido, de haberlos leído; en ellos ponía por las nubes el mérito arqueológico de cada tabique, y si se trataba de una pared maestra demostraba que era todo un monumento.

Con los nuevos socorros de turcoples, y turcos y de muchos otros españoles que andaban antes encubiertos en los lugares del imperio, como mercaderes, ó debajo del nombre de otra nacion, se aumentaron los nuestros, porque acreditados con tantas victorias, todos procuraban su amistad; movidos algunos con el deseo de venganza, los más con su codicia, querian participar de las riquezas que la fama publicaba que habian adquirido en aquella guerra.

El editor que compraba y publicaba sus lucubraciones, no era tan resuelto en el pagar como en el imprimir, achaque propio de quien comercia con el talento; y D. Marcos, cuyo nombre sonaba desde las márgenes del Guadalete hasta las del Llobregat, desfallecía cubierto de laureles, sin más oro que el de su fantasía, ni otro caudal que el de su gloria.

Al año siguiente el poeta, modesto y obscuro, desposaba á cierta señorita de notable belleza y distinción, que también publicaba versos bajo el seudónimo de «Rosamunda Gérard», y á quien los literatos que concurrían á las reuniones de Leconte de Lisle habían aplaudido fervorosamente más de una vez.

Esta satisfacción tenía dos motivos de índole sentimental: que era El Liberal y se publicaba en Sevilla. Al empezar, dije á Manuel Chaves: ¿Por qué no haces una sección tuya, en que nos traigas algo de lo mucho que sabes y conoces, acomodándolo al paladar del público numeroso y al molde especial del público moderno?

Ningunos gemidos, sin embargo, tan perfumados; ningunos gritos de horror tan rítmicos, como los lanzados por la pluma del espiritual Pedro López en el artículo El primer paso, que publicaba aquella tarde La Flor de Lis.

En vano publicaba Cármenes odas y elegías, nadie las leía; pero la gacetilla más insignificante que pudiera molestar un poco a cualquier vecino, era leída, comentada días y días, y cuando había tiroteo de sueltos o comunicados, los habituales abonados no querían mejor diversión.

Prim murió, sin embargo, el día 30, llevándose a la tumba la clave del misterio, y tres meses después publicaba la Gaceta un real decreto nombrando al marqués de Sabadell ministro plenipotenciario de la corte de España en Constantinopla. «Me he convencido escribía al presidente del Consejo el nuevo embajador que mis disposiciones naturales son para la vida de Oriente, y pongo todas mis ilusiones en El Cairo, Bagdad, Ispaham o Constantinopla

Una sociedad de agricultura publicaba ya sus trabajos y se preparaba a ensayar el cultivo del añil y de la cochinilla. A Salta se habían traído de Europa y Norteamérica talleres y artífices para tejidos de lana, paños abatanados, jergones para alfombras y tafiletes, de todo lo que ya se había alcanzado resultados satisfactorios.

Palabra del Dia

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