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Actualizado: 15 de septiembre de 2025
No se conformaban, claro está, con que todos, el prójimo y ellos, salvasen el alma de la misma suerte, pues también en el cielo, como en este valle de lágrimas, hay capas sociales, hay coros, dominaciones, tronos, etc., etc.; en suma, categorías. Don Restituto se servía de una comparación. El cielo es como un teatro. El público lo forman los bienaventurados, los que se salvan.
«¿Qué está usted diciendo? replicó Guillermina indignada . ¡Jacinta desear que maten a nadie!... ¡O usted es tonta o ha perdido el juicio!». Tampoco... tampoco... Jacinta no desea el mal del prójimo, y sabe que debemos amar a nuestros enemigos y hacer bien a los que nos aborrecen. Con un ju ju melancólico expresaba Fortunata su incredulidad. «¡Ay!, ¿no lo cree?...». ¡Que me desea bien a mí!
Y movido allí por el genio o espíritu que interiormente le agita, pronuncia un sermón elocuentísimo lleno de amor de Dios y del prójimo, que deleita y conmueve a la muchedumbre devota, la cual no ve ni sospecha la menor herejía, y que ofende e indigna a los canónigos del cabildo. ¿Ha surgido acaso en la remota ciudad donde ocurren estos sucesos un flamante reformador de la Iglesia: un Savonarola, cuando no un Lutero?
No tenía tampoco doña Luz un corazón de cal y canto, sino un corazón muy compasivo y afectuoso; se dolía de los males y desgracias del prójimo, procuraba remediarlos, los consolaba a veces, y en esto consumía parte de su actividad.
9 Porque: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás: y si hay algún otro mandamiento, en esta palabra se resume: Amaras a tu projimo como a ti mismo. 10 La caridad no hace mal al prójimo; así que la caridad es el cumplimento de la ley.
34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoced al SE
Por primera vez en su vida compadeciose de los sufrimientos del prójimo. ¡Doctor, querido doctor! exclamó, estrechando la mano de Bernier, ¡daría toda mi fortuna por salvar a ese valiente muchacho! Cinco días después, el mal había avanzado más aun.
Si el galán pasa de indiferente a amado. Pues bien; para este paso son las reglas y el arte. A quien te ame y sea correspondido de veras, mírale como quieras. El amor mismo te enseñará el modo de mirarle; pero, hija mía, no se trata de eso; se trata de aquel a quien no amas aún y que aún no te ama. A ése le miraré como a prójimo. Ahí está tu error, Inesita.
Mira le contestaba la tía , me parece mejor aguardar a que esa celebridad se haya hecho por ministerio del prójimo; a mí no me gusta servir de muestra.
Ya hemos indicado que el orgullo de doña Luz se velaba y envolvía en el más discreto disimulo; y esto no sólo por prudencia y por interés propio, sino por vivo sentimiento de caridad. Nada le dolía tanto como humillar al prójimo.
Palabra del Dia
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