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Muchas veces, sin embargo, la tinta se corría sobre la piel de que estaba revestido y quedaba el globo hecho un asco, y vuelta a comprar otro su padre, para que el fuego de la pasión geográfica no se extinguiese en el niño. Pues tocante a las esferas, pasaba lo propio.

Había una cuadrilla de indios con trajes de piel de ciervo curiosamente bordados, cinturones rojos y amarillos, plumas en la cabeza, y armados con arco, flechas y lanzas de punta de pedernal, que permanecían aparte, como separados de todo el mundo, con rostros de inflexible gravedad, que ni aun la de los puritanos podía superar.

En la lechería de mi casa hacen unos quesos tan grandes que un día la yegua se cayó en la artesa, y no la encontramos sino después de una semana. El pobre animal tenía el espinazo roto, y yo le puse un pino de la nuca a la cola, que le sirvió de espinazo nuevo. Pero una mañanita le salió un ramo al espinazo por encima de la piel, y el ramo creció tanto que yo me subí en él y toqué el cielo.

La accion, pues, especial de este medicamento en la piel cambia de rumbo, dirigiéndose á la mucosa intestinal, y del mismo modo pasa de esta á la piel, resultando que las afecciones cutáneas y mucosas se suplen ó reemplazan.

Cuentan los naturales que el arminio es un animalejo que tiene una piel blanquísima, y que cuando quieren cazarle, los cazadores usan deste artificio: que, sabiendo las partes por donde suele pasar y acudir, las atajan con lodo, y después, ojeándole, le encaminan hacia aquel lugar, y así como el arminio llega al lodo, se está quedo y se deja prender y cautivar, a trueco de no pasar por el cieno y perder y ensuciar su blancura, que la estima en más que la libertad y la vida.

Y los cobardes apresuraban su marcha bajo el cielo de hierro caldeado, por un camino que quema, hostigados por la nudosa rama que se desmenuza sobre la acardenalada piel. ¡El frío de la Siberia sería quizás más clemente que el sol de Mayo en Filipinas!

OTRA FÓRMULA. Con harina y agua templada hágase una masa muy trabajada y fina; póngase en medio un trozo de jamón desalado y sin piel y métase al horno; cuando está cocido se desprende de la masa, se rocía el jamón con azúcar y jerez, se envuelve en un paño y se prensa.

Sobre la negra sotana con ribetes rojos descansaba la cruz de oro. Se apoyaba en un bastón de mando con cierta marcialidad, y las borlas de oro de su sombrero caían sobre su nuca grasienta, de una piel rosada y cubierta de pelos blancos.

Pero M. Bernier le respondía de vez en cuando, con imperturbable calma: Permitidme que os corte un trozo de piel del brazo, y os reconstruiré la nariz. M. L'Ambert pareció decidirse un instante.

PEPINO. Se quita la piel y parte a ruedecitas, teniéndolo un buen rato con agua y sal; quítese el agua y compóngase con aceite y vinagre. REMOLACHA. Asadas o cocidas las remolachas, se cortan y parten a ruedecitas, sirviéndolas con aceite y vinagre. APIO. Córtense a pedacitos las hojas blancas; sazónense de sal, y sírvase con aceite y vinagre.