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Actualizado: 25 de octubre de 2025


Padre, por Dios, por Nuestra Señora del Amor Hermoso, tranquilícese usted.... Está aquí doña Petronila, está un señor sacerdote.... Será tu don Custodio... el que te me ha robado... el majo del cabildo... ¡ah, barragana, si os cojo a los dos!... ¡Jesús, Jesús! vámonos de aquí gritó doña Petronila buscando la escalera.

¡Ten compasión, Pablo, de él y de ! exclamó la señora, mira, no iré a casa de Esteven, si no quieres; buscaremos por otro lado, volveré a casa de misia Petronila, correré la ceca y la meca... mismo, ¿por qué no sales y ensayas? ¡Hay que evitar, a todo trance, que Esteven vea el pagaré, a todo trance, Pablo!... No vendré a casa, sino cuando ya no pueda más; aunque sea de noche, no te alarmes... Y voy a pedirte una cosa: no digas nada a Quilito, que la ocasión no es de recriminaciones.

Como no podían ver gota con aquellos parches, sorprendiólas un día la madre Petronila, que era un vinagre, y después de darles muchos coscorrones, las condenó á no comer ni jugar aquel día, ¡Qué horas pasaron las pobres!

El Marqués, antes que los demás comiesen la sopa se sirvió un gran plato de sardinas, mientras hablaba con doña Petronila del derribo de San Pedro, que a la dama le parecía ignominioso. Los convidados en tanto se entretenían con los variados, ricos y raros entremeses. ¡Ya lo sabían! estaban en confianza y había que respetar las costumbres que todos conocían.

Además de la Duval, que era y sigue siendo mi dama de compañía, estaba conmigo y está aún mi mucamba, o sea mi primera doncella, mulata muy ágil, llamada Petronila, que me peina con primor y buen gusto, que cose y borda y tiene otras mil habilidades; una segunda doncella, dos fieles criados negros, y por último, la mujer que cuidaba y alimentaba a mi tesoro.

Palabra del Dia

neguéis

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