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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Los hombres de categoría y dignidad que se hallaban más inmediatos al ministro, se quedaron tan sorprendidos y perplejos acerca de lo que significaba aquello que veían, tan incapaces de comprender la explicación que más fácilmente se les presentaba, ó imaginar alguna otra, que permanecieron mudos y tranquilos espectadores del juicio que la Providencia parecía iba á pronunciar.
Para las mujeres era un ahogado, un cadáver que la hinchazón hacía flotar lo mismo que un odre, luego de haber permanecido muchos días entre dos aguas... De pronto surgía una suposición que dejaba perplejos á todos. «¡Si será el Dotor!» Largo silencio... El pedazo de madera tomaba la forma de una cabeza; el cadáver se movía.
Y un día Emilia y Juan José Castaño vieron entrar en su casa a la gran Isidora elegantemente vestida de negro, con un lujo, con un señorío, con un empaque tal, que ambos esposos se quedaron perplejos, como quien ve visiones, y no acertaron a contestar a sus primeras preguntas.
Sólo dirigiéndome la palabra me honra Vd. ¿Había de pagarla con descortesía o ligereza? No se hable más del caso. Lo que quiero, es saber que no le he ofendido a Vd. Y le tendió amistosamente la mano. Ambos quedaron perplejos, y desde entonces fueron más reservados uno para con otro.
Su función consiste siempre en alarmar las conciencias con terrores imaginarios para venderles a precio de oro y de salud, la tranquilidad que el racionalismo da gratis y completa, sobre un campo de acción que para éste se ensancha y para aquélla se restringe, día por día, en cantidad y en calidad, pues con el procedimiento de los teólogos cristianos para la curación de la perversidad en los hombres por el terror del infierno viene sucediendo lo que aconteció con la curación de los heridos en las batallas por el aceite hirviendo: que la primera vez que faltó medicamento para la mitad de los enfermos, los cirujanos pudieron constatar, perplejos, que los no curados sanaron más pronto.
Ante esta proposición quedaron un instante perplejos Lorenzo y Ricardo, que sentían vehementes deseos de aceptarla; pero éste se limitó a preguntar: ¿Queda de camino? Eso es lo de menos; los caballos son guapos... y así de paso dejaban la canastita que la veo aquí... ¡pero sin el moño!... Y sin los duraznos repuso Ricardo.
Palabra del Dia
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