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Actualizado: 25 de julio de 2025


En el año de 1863 se publicó en Madrid un periódico, titulado La Gaceta Literaria, cuyo propietario y director era el Sr. D. Felipe González Vallarino, y cuya parte literaria se había confiado por éste al traductor de la presente obra.

Finalmente, el artículo era tan elegante en las palabras, tan lleno de graves sentencias, el estilo tan concertado, que el público no tuvo a quién atribuírselo dignamente, sino a su glorioso director. Y así era la verdad. Insertaba después el periódico un largo artículo de Sinforoso, sobre la mujer.

Más claro: mato mis ocios y mis hastíos escribiendo la parte de política palpitante en un periódico batallador. Por lo demás, por inclinación y por carrera, soy diplomático. ¡Hola! dijo don Simón abriendo mucho los ojos . ¿Agregado, quizá, a alguna embajada? Un poquito más. Secretario acaso... Un poquito más, si a usted le parece.

Lucía se abanicaba con un periódico dispuesto por Artegui en forma de concha, y leves gotitas transparentes de sudor salpicaban su rosada nuca, sus sienes y su barbilla: de cuando en cuando las embebía con el pañuelo: los mechones del cabello, lacios, se pegaban a su frente.

No debe, por consiguiente, decir nunca como El Universal: «Este periódico sale todos los días excepto los lunes»; sino decir: «De este periódico sólo se sabe de cierto que no sale los lunes». Porque el hombre pone y Dios dispone.

Sorpendida al ver que don Luis no estaba solo, se detuvo un instante sin soltar el tirador de la puerta, dudando si adelantar o volverse. ¿Estorbo? No, hija, entra. Pepe, que se disponía a marcharse, la saludo; contestole ella, y cogiendo de sobre la mesa un periódico, se puso a leer.

El propietario de dicho periódico, entonces joven, ilustrado y deseoso de servir, aun á costa de sus intereses pecuniarios, á las letras españolas, no perdonó medio lícito ni sacrificio posible en dar á su periódico importancia y agrado.

Antes, para proporcionarse algunos de ellos era necesario recurrir á secretarías ó archivos; mas ahora, son pocos los que son tan reservados que ó desde luego, ó á la vuelta de algun tiempo, no caigan en manos de un periódico; y por poco que valgan, pueden contar con infinitas reimpresiones en varias lenguas.

¿Y quién no le conoce en Madrid?... Digo, en el supuesto de que sea el que yo creo, como me lo dan a entender el periódico, el estilo de los sueltos y sus frecuentes paseos con usted en el salón de conferencias. ¿Luego usted alude...? Al insigne Arturo Marañas. En efecto, le conozco, pero superficialmente...; quiero decir, que no hay entre nosotros...

El que está leyendo el periódico y tiene los zapatos rotos es el Emperador y Autócrata de todas las Américas, y aquel anciano a su lado que se mece la barba, ese es, !ah! no me atrevo a decir a usted quién es.

Palabra del Dia

malignas

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