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Actualizado: 25 de julio de 2025
Cualesquiera que fueran las culpas, que tanto le costaba confesar, sentía en el fondo de mi alma que le eran muy liberalmente perdonadas. Repentinamente esa mirada que no me abandonaba, tomó una fijeza extraordinaria, vaga y terrible; su mano se crispó sobre mi brazo; se levantó de su sillón y volviendo á caer en el instante, se resbaló pesadamente sobre el pavimento: ya no existía.
Haz tú que tantas culpas te sean perdonadas, compensando con severa castidad la cadena de pecados que tú mismo hubiste de forjar y remachar, y que llevas asida al tobillo y a las muñecas.» Y con resolución que arrancaba del tuétano de mis huesos, exclamé: «Así lo haré.» Y lo cumplí. Creo en el espíritu y soy continente: todo el resto es secundario.
Súpose todo ello muy pronto, y lo de las deudas perdonadas por el testador... y todo lo principal del testamento, porque esas cosas siempre se saben, por un poco que se cuenta y se declara, y otro tanto que se colige o se trasluce; elevóse por la candidez aldeana hasta las nubes el caudal en fincas y sonante heredado por mí; y con eso y la idea que se tenía de mis riquezas particulares, creyéronme un portento de gran señor, tan pudiente como un rey; lo que no contribuyó poco, en mi concepto, a afirmar y engrandecer aquel respeto que ya me habían consagrado como a mero sobrino de mi tío y continuador de la dinastía y de la obra de los Ruiz de Bejos en la casona de Tablanca.
Qué cosas tienes, mujer observó Belén muy apurada, acordándose de cuando fue corista y representándose con terror el escenario de la Zarzuela ; otras han hecho también pecados feos, pero los han llorado como tú, y cátalas perdonadas. Mauricia tenía un pañuelo en la mano; pero con la humedad del lloro y del sudor era ya como una pelota. Amasábalo en la mano y se lo pasaba por la angustiada frente.
CIRILO. ¡Nunca es demasiado tarde...! La Magdalena... Santa María Egipcíaca... LEONIE. ¡Siempre mencionan a éstas...! Son el orgullo de la corporación. Tuvieron suerte, y nada más. En nuestro oficio, para ser perdonadas, hay que hacer antes fortuna. Después se compra un castillo y se vuelve una decente. CIRILO. ¡Usted leyó eso en las novelas...!
La materia de la religión, que es la necesidad de castigar en un mundo imaginario los males impunes del mundo real, y de premiar en otra vida las bondades no gratificadas en ésta, está viniendo a menos constantemente por el progreso moral de la especie humana, y se puede prever desde ahora que, cuando todas las acciones malas sean castigadas o perdonadas, y todas las buenas sean premiadas aquí, Dios se quedará sin tener nada que hacer allá, y a menos que se empeñe en ser más malo que los hombres, castigando lo que éstos olvidan, y dándoles, quand même, recompensas a que no aspiren, se verá obligado a clausurar definitivamente el purgatorio, el infierno y el cielo, dejando sin empleo a todos sus ministros en la tierra.
Palabra del Dia
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