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Actualizado: 18 de junio de 2025
1.ª Casándose tu hija jóven, es más apta para la generacion, en lo cual gana la sociedad, y tiene que correr muchos menos peligros al ser madre, en lo cual gana ella. De las veinte mujeres que se casan á cierta edad, las once sucumben cuando dan á luz la primera criatura.
El parece que desea adquirir relaciones y tiene afición al estudio; contando con recursos suficientes, es mucho más fácil en una población grande ocupar el tiempo, huyendo de los peligros de la ociosidad, que en una población pequeña, donde hay que hacer siempre la misma cosa.
Cuidarla murmuró Francisca con irónica piedad. Pero esos hombres son tan detestables enfermeros... Es cierto dijo la abuela, que se debería vigilar escrupulosamente la salud de la mujer lo mismo que la del hombre en todos los matrimonios, y, en caso de incertidumbre, prohibirles una unión llena de peligros. ¡Cómo! exclamó asombrada. Ahora es la abuela partidaria del celibato... ¡Qué conquista!...
Allí vivirían primitivamente de la caza y la pesca. Cierto es que los dos muchachos no se habían acordado particularmente de llevar escopetas ni anzuelos; pero de todos modos el bosque estaba allí, con su libertad como fuente de dicha, y sus peligros como encanto. Desgraciadamente, al segundo día fueron hallados por quienes les buscaban.
¡Oh! ¡Bonitísimo suceso! exclamó con entusiasmo D. Diego . ¡Cuánto daría porque a mí me pasase uno semejante! ¿Ella le ha visto a usted? No. Pues en cuanto le vea, apuesto a que se apresura a salir por la puerta, sin exponerse a los peligros de arrojarse por la ventana. Pero ahora que me ocurre, Sr.
Bien así es justo que el piloto para entrar en la batalla de la navegación, donde no menos peligros que en las otras batallas suele haber, tenga las armas con que se ha de defender que son sus instrumentos, bien aparejados y ciertos, y su caballo que es el navío... Dos cosas deben tener los instrumentos de la navegación: una que sean ciertos, y otra que sean polidos e muy bien hechos, y que el piloto se precie de tenellos tales.
Era hora de que terminase su rabia de aventuras, su deseo loco de tentar lo imposible, arrostrando los peligros más absurdos.
El capitán levantó los hombros sonriendo con desprecio, como siempre que le hablaban de peligros aconsejándole prudencia. Además, no creía nada de aquella mujer. ¡Mentira! dijo sordamente . ¡Todo mentira!... No, Ulises; óyeme. Tú no sabes el interés que me inspiras.
Sea solamente última prueba de ellas que estiman más estos neófitos un rosario que cualquiera otra cosa, por hermosa y preciosa que sea, y con razón, porque le sirve de un seguro reparo y escudo en las desgracias y peligros que encuentran en sus caminos; y los nombres santísimos de Jesús y de María, los han librado muchas veces de evidentes riesgos de ser hechos pedazos de las fieras.
Su familia antes que nadie. ¿No estaba dispuesto á defender á los suyos de los mayores peligros? ¿No tenía el deber de mantenerles?... Hombre era él capaz de convertirse en ladrón para darles de comer. ¿Por qué había de someterse, cuando no se trataba de robar, sino de la salvación de su cosecha, de lo que era muy suyo?
Palabra del Dia
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