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Los apóstoles de la nueva ley me parecieron, en su mayor parte, bribones infames ó frenéticos furiosos, llenos de envidia y sedientos de sangre. Vi al talento, á la virtud, á la belleza, al saber, á la elegancia, á todo lo que por algo sobresale en la tierra, ser víctima de aquellos fanáticos ó de aquellos envidiosos.

Cuando la alzaron y la transportaron a la cama se le declaró una violenta fiebre que la tuvo postrada muchos días y amenazó su vida. Durante su enfermedad ni Clara ni Tristán ni Visita parecieron por su casa. Sólo Marcela Peñarrubia la veló como una hermana cariñosa.

¿Bardas de corral se te antojaron aquéllas, Sancho -dijo don Quijote-, adonde o por donde viste aquella jamás bastantemente alabada gentileza y hermosura? No debían de ser sino galerías o corredores, o lonjas, o como las llaman, de ricos y reales palacios. -Todo pudo ser -respondió Sancho-, pero a bardas me parecieron, si no es que soy falto de memoria.

Al entrar en París, las calles solitarias le parecieron llenas de gentío. Nunca había encontrado tan hermosa la ciudad. Vió la Opera, vió la plaza de la Concordia, se imaginó estar soñando al apreciar el enorme salto que había dado en una hora. Comparó lo que le rodeaba con las imágenes de poco antes, con aquella llanura de muerte que se extendía á unos cuantos kilómetros de distancia.

Oyose al mayoral el grito de: «Al coche, señores», y el señor Melín volvió a ocupar su puesto. Tenía ya el pie en la rueda y la cara a nivel de la corrida ventanilla, cuando sus ojos se encontraron de repente con otros que le parecieron los más hermosos del mundo.

Hasta parecieron alegrarse del encuentro. Es el Hombre-Montaña, que se ha vuelto loco dijo uno de ellos . Ha atacado á un destacamento de policía que fué esta tarde á registrar su vivienda en busca de un terrible criminal y ha matado á no cuántos con un tronco de árbol. Usted, doctor, puede hablarle; tal vez le haga caso. Si no le atiende, la guarnición dará un asalto á su vivienda.

Aquellas hermosas arboledas de la playa del Pisuerga, que me parecieron un prodigioso esfuerzo progresista en Valladolid, contribuyeron á probarme la tenacidad de los viciosos hábitos españoles. Es inexplicable el odio que los castellanos profesan á la naturaleza en sus mas simpáticas y atractivas manifestaciones.

Y Santiago, que, «por casualidad», no pensaba en otra cosa, tomó el punto donde le había dejado entonces, y continuó hablando de ello, con cuantas amplificaciones y distingos le parecieron del caso y bien acomodados a la rectitud y santidad de sus miras.

De otro modo, no hubiera ganado para sustos, contrariedades y descalabros; porque el mozo, en este particular, siempre fue curioso y decidido. Antojósele que «también él» era poeta, porque era sensible y veía claro en el espacio de las ideas. Allí estaban, y suyas podían ser como de cualquier otro. Decidiose, y se apoderó de unas cuantas que mejor le parecieron. Trabajo inútil.

Aquellos segundos me parecieron horas, hasta que de pronto alcancé a ver en medio del río un bulto blanco, y sin un momento de vacilación me lancé al agua en su busca. La impresión del agua fue muy dura, pero, felizmente, soy un fuerte nadador, y ni el intenso frío ni la fuerza de la corriente tuvieron mucho poder para impedir mi avance hacia donde estaba el cuerpo de la inconsciente niña.