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Actualizado: 28 de junio de 2025


Durmió, pues, tan mal que en realidad dormía con un ojo y velaba con el otro, atento siempre a defender su contrabando.

Faltaba también el tío Frasquito, que, con gran indignación de Currita, no se había tomado el trabajo de disculpar su ausencia; y faltaba Leopoldina Pastor, que la había disculpado tan sólo con una lacónica esquelita, diciendo que un indecente orzuelo le había aparecido en un ojo, poniendola de humor malísimo.

Vió de pronto el rostro de la muerta puesto de perfil, con un ojo que se torcía hacia él graciosa y malignamente, lo mismo que Ojo de la mañana debía mirar á su dueña mientras desarrollaba sus danzas misteriosas en la vivienda asiática. Ulises concentró su atención en la sien pálida del fantasma, cosquilleada por la caricia sedosa de sus bucles.

18 He aquí, el ojo del SE

Esta mirada del pulpo traía á su memoria la de Ojo de la mañana.

Las representaciones sensibles se parecen en tales casos, á sombras que se atraviesan entre el ojo intelectual y el objeto; la necesidad de estarlas removiendo de continuo, retarda y debilita la percepcion.

Pues vuélveme, repuso Memnon, mi ojo, mi salud, mi caudal, mi cordura; y de seguida le contó de qué modo todo lo habia perdido aquel dia. Aventuras son esas, replicó el espíritu, que nunca suceden en el mundo donde nosotros vivimos. ¿En qué mundo vivis? le dixo el hombre afligido.

Pero salía por un ojo de la cara el guisar como el Europeo, según doña Águeda. Cuando se trataba de una gran comida o merienda de la aristocracia, ella dirigía las operaciones en la cocina del marqués de Vegallana y entonces recurría al Europeo. En su casa había muy poco dinero y allí se contentaba con las recetas que heredara de sus mayores.

El le respondió sonriéndose: Menos se tardó vuesa merced desde el cielo al infierno, con haber más leguas, cuando rodó con todos esos príncipes que no han podido gatear otra vez a la maroma de donde cayeron. ¿Al amigo, señor don Cleofás respondió el Cojuelo , chinche en el ojo , como dice el refrán de Castilla? ¡Bueno, bueno!

Al siguiente día Jorge Federly me acompañó a la estación, donde tomé un billete para Dresde. ¿Vas a contemplar las pinturas? preguntó Jorge guiñándome el ojo. Jorge es un murmurador incorregible, y si hubiese sabido que yo iba a Ruritania, la noticia hubiera llegado a Londres en tres días.

Palabra del Dia

rigoleto

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