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Actualizado: 18 de junio de 2025
El nobilísimo caserón de los Vargas, con sus ventrudas rejas y su escudo de piedra en el portal, sólo admitía las visitas de unos cuantos notables del país.
En otra criatura formada de distinto barro, el cultivo artificial o de invernadero, como hemos llamado al de Luz, hubiera producido contrarios efectos, porque en lo común de la naturaleza humana, las veladuras sobre los ojos son alicientes de los deseos y despertadores de la curiosidad; pero en una pasta tan dúctil y placentera como la de aquella niña, el artificio de su educación moral contribuyó grandemente a la perfección casi mecánica de la mujer; mecánica en cuanto a la estructura, digámoslo así, a la trabazón de las piezas componentes de su ser moral, no en cuanto a las funciones del conjunto, que éstas ya dependían de la pasta fundamental, del temple nobilísimo del alma, obra de un Artífice más alto.
El nobilísimo río español llevaba aquella tarde bastante agua, y sus orillas, cubiertas de acacias y de otros árboles, no carecían de encanto ni de belleza..... De entre lo más espeso de aquella pintoresca fronda salía mansamente el arroyo Zurguén, que baja de las históricas alturas de Arapiles y penetra en el Tormes, después de haber regado el precioso valle cantado por Iglesias y por Meléndez Valdés.
Así nos comunicamos y entendimos, hace ya sobre poco más o menos veintidós siglos, con el príncipe Sidarta, entrando en el hermoso palacio de Kapilavastu, donde su padre Sudhodan, rey de los sakias, le tenían encerrado. Con nuestras amonestaciones y consejos fomentamos su vocación e ilustramos su nobilísimo espíritu.
Debieron de hacerse amigos verdaderos, pues a petición de Velázquez nombró el Rey pintor de cámara al aragonés y éste al escribir su libro Discursos practicables del nobilísimo Arte de la Pintura aprovechó cuantas ocasiones pudo para colmar de elogios al sevillano.
Y permítasele a la sinceridad de mi pluma decir aquí sin sospecha de lisonja, que siendo este nobilísimo Reino de Mallorca, el que a ninguno cede, cuando no se adelante a todos, en los más finos esmeros de autorizar con su más calificada nobleza los ejercicios y ministerios de este Tribunal Sagrado, preciándose casi todos de acreditar la nobilísima antigüedad de su sangre, con el blasón de Ministros o Familiares de este Santo Oficio: así, ni más ni menos, ha experimentado felizmente desde sus principios, el más vivo desvelo en atajar los incendios de la perfidia, para que, ya que abrasaban los corazones infames de algunos mal convertidos, no se extendieran ni a uno solo fuera del barrio o parentela de ellos mismos, de que haremos evidencia después.
Palabra del Dia
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