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Actualizado: 2 de junio de 2025


En Pucheta, que era donde vivían los más levantiscos, habían ido á navajazos un día de paga, por negarse dos trabajadores á satisfacer su deuda en la tienda de un protegido de los contratistas. Se hablaba de un gran mitin en la plaza mayor de Gallarta, al que asistirían todos los mineros para acordar la huelga, en vista de que no era admitida su petición en favor del pago semanal.

Un día, las vagonetas, al chocar unas con otras, aplastaban á un obrero: otro día saltaban de los rieles al bajar por el plano inclinado cayendo sobre un grupo encorvado ante el trabajo, que no recelaba la muerte traidora que llegaba á sus espaldas: los barrenos estallaban inesperadamente abatiendo los hombres como si fuesen espigas; llovían pedruscos en mitad de la faena, matando instantáneamente; y por si esto no era bastante, había que contar con los navajazos á la salida de la taberna, con las riñas en la cantera, con las disputas en los días de cobro, con la feroz acometividad de aquella inmensa masa ignorante y enfurecida por la miseria, en la cual vivían confundidos los que al salir de los penales de Santoña, Valladolid ó Burgos no encontraban otro camino abierto que el de las minas de Bilbao, en las que se necesitaban brazos, y á nadie se preguntaba quién era y de dónde venía...

Escudriñando tan escandalosos sucesos, vio que a los horrores del colegio Imperial y de Santo Tomás habían excedido los de San Francisco el Grande, donde perecieron a navajazos cincuenta individuos. En la Merced Calzada también fue grande el estrago.

De vez en cuando dicen una frase sin comprenderla, y mientras hablan, sus ojazos hebreos contemplan al público con estupor. Salgo del teatro... Todo está entre tinieblas. En un extremo de la plaza, oigo gritos. Acaso algunos malteses en vías de explicarse a navajazos. Me encamino lentamente a la fonda, a lo largo de las murallas. De la llanura suben embriagadores aromas de naranjos y de tuyas.

Los chicos ven todo de un modo singular. Aquélla era época de grandes combates navales, pues había uno cada año, y alguna escaramuza cada mes. Yo me figuraba que las escuadras se batían unas con otras pura y simplemente porque les daba la gana, o con objeto de probar su valor, como dos guapos que se citan fuera de puertas para darse de navajazos.

Palabra del Dia

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