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Actualizado: 11 de mayo de 2025
De suerte, que el mismo principio que guia al niño para decir cuatro y uno cinco; en vez de decir uno y uno etc. etc.; el mismo que guia al mudo para que exprese el cinco por una mano; el ciento por un grano, por un nudo etc. etc., guia al algebrista que expresa por una fórmula fácil de retener en la memoria, el resultado de prolijas operaciones.
Es que ha ocurrido una desgracia, y quiere ocultármelo, por caridad». Prorrumpió en acerbo llanto la infeliz dama, y el clérigo permanecía perplejo y mudo. «Señora, por piedad, no se aflija usted... Será, o no será lo que usted supone. ¡Nina, Nina de mi alma! ¿Es persona de su familia, de su intimidad? Explíqueme... Si el Sr.
Y como si te conocen, han de quererte como yo te quiero, ¡no me regañes Juan! ¡yo no quisiera que tú conocieses a nadie! ¡Yo te querría mudo, yo te querría ciego: así no me verías más que a mí, que le cerraría el paso a todo el mundo, y estaría siempre ahí, y como dentro de ti, a tus pies donde quisiera estar ahora! ¿Tú me perdonas, Juan?
Artegui, en tanto, mudo y sereno, permanecía enhiesto en su butaca, orgulloso como el estoico antiguo: acre placer le penetraba todo, el goce de sentirse bien muerto, y cerciorarse de que en vano la traidora Naturaleza había intentado resucitarle.
22 Y saliendo, no les podía hablar; y entendieron que había visto visión en el Templo; y él les hablaba por señas, y quedó mudo. 23 Y fue, que cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa. 24 Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por cinco meses, diciendo: 25 Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres.
Señor D. Augusto de mi alma dijo a la sazón Relimpio, que hasta entonces, testigo mudo y doliente, no se había atrevido a decir nada ; no se marche usted y exhórtela, predíquele, y amonéstele para que se le quite... eso... de la cabeza. ¿Qué? Eso. ¿Y qué es eso? El disparate que quiere hacer. Vea usted cómo calla y se sonríe la pícara... A mí me lo ha dicho, pero a usted no se lo quiere decir.
¡Pues qué! ¿Amparáisle los dos? Si él nuestra vida ha guardado, ¿No es primera obligación De todos guardar su vida? ¿Luego á ninguno mudó La vanidad de que pueda Ser hijo mío? Y yo, Que aunque ser tu hijo tuviera A soberano blasón, No me ha de exceder á mí Heraclio en la presunción De ser lo más. ¿Y es lo más Mauricio? Sí. ¿Y Focas? No.
No se mudó el Casino y siguió remendando como pudo sus goteras y demás achaques de abolengo. Tres generaciones habían bostezado en aquellas salas estrechas y obscuras, y esta solemnidad del aburrimiento heredado no debía trocarse por los azares de un porvenir dudoso en la parte nueva del pueblo, en la Colonia. Además, decían los viejos, si el Casino deja de residir en la Encimada, adiós Casino.
32 Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado. 33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la multitud se maravilló, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel. 34 Mas los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Absorto, mudo, con la boca abierta, estaba Mutileder, cuando la dama se levantó y mostró de pié su gallarda estatura, esbelta y cimbreante como las palmas de Tadmor; y vino a él, y tomándole la mano, en la que él sintió como una conmoción eléctrica, le llevó a sí y le dijo: Siéntate. ¿Qué te asusta? Y Mutileder se sentó, al lado de la dama, en un taburete bajito.
Palabra del Dia
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