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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Los cojos saltaban, los ciegos creían ver, los mancos se agarraban con sus muñones á la fila serpenteante. La Marsellesa parecía un himno milagroso, comunicando á todos una nueva fuerza. ¡La paz!... ¡la paz!

Entre los primeros ocurrió un suceoo que tiene mucho de milagroso.

Mientras los hombres se mataban por la gloria de la Virgen de Begoña, la carcoma, más sabia que ellos, seguiría mordiendo las entrañas de madera del sonriente fetiche: tal vez á aquellas horas algún ratón roía las patas del ídolo milagroso, bajo su hueca saya de pedrería.

La vista del oro provocó miradas de entusiasmo y codicia; pero esta impresión fué breve. Los ojos acabaron por contemplar con indiferencia el redondel amarillo. Don Marcelo se convenció de que el milagroso fetiche había perdido su poder.

En el momento en que estaban lidiando el toro de muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso que se veneraba en una calle del pueblo. ¿Qué hace usted ahí? preguntó á la arrodillada. Mujer, no llore usted, que al fin su hijo tiene sobre el toro una gran ventaja. ¿Y qué ventaja es ésa, señor?

El viejo les hablaba del Cristo del Grao, cuya estampa ocupaba el sitio más visible de la cocina, y todos oían como un relato nuevo la llegada por el mar de la santa imagen, tendida sobre una escalera, dentro de un buque que se hizo humo luego de soltar su milagroso cargamento.

Lo milagroso es que en vista de las ventajas que ofrece á los insurrectos la descarada protección de los Estados Unidos, no acudan á Cuba á combatirnos todos los aventureros sin patria y toda la gente perdida que hay en el mundo. No creo yo, sin embargo, que el mejor camino para libertarnos del yugo mencionado sería salir de la neutralidad en una posible guerra europea.

Entonces, aprovechando del vocerío que suscitaron aquellas palabras de don Enrique, un padre carmelita refirió en voz baja a Ramiro que, no hacía mucho, temiendo que se llevasen nuevamente de rondón el cuerpo milagroso, una hermana lega del convento de Alba de Tormes, en medio de una noche de tempestad, habíase dirigido al sepulcro de la madre Teresa, y descubriendo el cadáver, abriole el pecho con un filoso cuchillo, metió la mano por la herida y arrancó el corazón.

Eran, siempre, obras de títulos sugestivos: «Galera de la inocencia», «Espejo milagroso», «Tristeza de los desheredados...» ¡El tipo venerable, el papel amarillento, la grave encuadernación frailuna, la cintita verde marcando la página, todo esto me encantaba!

De la gloria a los destellos la romántica silueta 25 del creyente que adunaba sus lirismos de poeta con la viva llamarada de sus trágicos lirismos, resplandece como un astro que las almas ilumina con el fuego milagroso de su bíblica doctrina, como un rayo de la aurora diafaniza los abismos. 30

Palabra del Dia

mármor

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