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Actualizado: 17 de julio de 2025


Creo adivinarlo. El señor de Bevallan es muy rico, debe traer una fortuna casi igual á la suya, esto parece ser una especie de garantía; él podría pasarse sin este aumento de riqueza: se le presume más desinteresado porque es menos necesitado. ¡Triste argumento! ¡Enorme engaño es medir por el grado de la fortuna, el grado de venalidad de los caracteres!

Pronto estimé a Porras en cuanto valía; no tardé en medir, aquella nobleza de corazón, aquella sencillez de alma que parecía opuesta a toda acritud, y que, sin embargo, era ingente en mi amigo; sencillez ingenua, infantil, que se manifestaba a cada minuto en burlas y censuras de cuanto parecía injusto y merecedor de vituperio.

Esta verdad no puede depender de la experiencia. 1.º Porque de lo particular no se puede deducir lo universal. 2.º Porque toda la delicadeza de los instrumentos para medir los ángulos no llegaria á la exactitud geométrica. 3.º Porque la geometría supone condiciones irrealizables para nosotros en la práctica: las líneas sin grueso, y los vértices de los ángulos, puntos indivisibles.

Pensamiento equivocado. ¿Cómo medir con la ligera copa que el labio apura en solo un movimiento la inmensidad del mar?... ¡Y solicito medir con el pigmeo pensamiento la idea sin igual del infinito!... Ora pro nobis. á rezar, hija mia.

Al saberlo le había mandado un propio; pero como hasta el pueblo había muchas varas de camino que medir y la nevada iba espesando por instantes, aunque don Sabas procuraría no perder uno solo en cuanto se enterase de lo que ocurría en la casona, ¡fuera usted a saber a qué hora de la tarde llegaría, y si llegaría a tiempo ya!

Verdad es que la montaña todavía nos parece formidable y contemplamos con admiración parecida al espanto sus soberbios picos que atraviesan las nubes en el aire glacial del espacio. Son tan altas estas pirámides nevadas, que nos ocultan la mitad del cielo. Desde abajo, sus precipicios, que la mirada intenta en balde medir, nos causan vértigos.

Por otra parte, el clero, que tanto había fomentado la oposición al Congreso y a la Constitución, había tenido sobrado tiempo para medir el abismo a que conducían la civilización, los defensores del culto exclusivo de la clase de Facundo, López y demás, y no vaciló en prestar adhesión decidida al general Paz.

Pero como no había más remedio que tomar algo para sostener las fuerzas, ambos se propinaron un huevo batido en vino y unos pedacitos de pan. De dormir, no se hable. La señora contaba las horas, medias y cuartos de la noche por los relojes de la vecindad, y no hacía más que medir el pasillo de punta a punta, atenta a los ruidos de la escalera.

Fortunata sentía en su alma tanta admiración por aquella mujer, que le habría besado la orla del vestido. «Luego dicen que ya no hay gente buena en el mundo pensaba . ¿Pues y esta?... ¡Cuidado que mandar todo a paseo, casa, parientes, fortuna, querer, y sacrificar su juventud para andar toda la vida entre miserias...!». Asustábase de medir con el pensamiento la distancia que había entre ella y la ilustre señora; distancia infinita sin duda, y que en manera alguna podía acortarse, pues aunque la gente santa pecara, y ella hiciera muchas obras de caridad, las dos almas no llegarían jamás a verse próximas.

Todas estas pequeñas variaciones de la corriente serían fáciles de observar si en vez de medir el agua con una simple mirada, se consignara la altura por medio de un instrumento de precisión.

Palabra del Dia

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