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Actualizado: 25 de junio de 2025
Dejando la bocana del Maruhi en la que se ven las ruinas de un castillejo, nos pusimos á la altura de la isla de Capuloan teniendo siempre á estribor la costa. Aquella isla la divide el arenal de Tulay-buhangin, cuyo arenal lo cubren las altas mareas formando un canal que une á Capuloan con Lipata, islas que al bajar las aguas se confunden en una.
No sé cómo te puede gustar eso. ¿No te mareas?». Mauricia se reía; y cerrando fuertemente un ojo porque el humo se le había metido en él, miró a la monja con el otro, y alargándole el cigarro, le dijo: «Pruebe, señora». ¡Cosa inaudita!
Las mareas incomodan mucho la navegacion por la costa: en algunas partes sube y baja seis brazas perpendiculars, causando este flujo y reflujo mucha diversidad de corrientes, que unas veces corren á lo largo de la costa, y unas al norte y otras al sur, y tal vez encontrándose unas con otras, corren hácia el este y el sud este.
Cuando salieron las dos damas, Santa Cruz pensó un ratito en su mujer, formulando un panegírico mental. ¡Qué ángel! Todavía no había acabado él de cometer una falta, y ya estaba ella perdonándosela. En los días precursores del catarro, hallábase mi hombre en una de aquellas etapas o mareas de su inconstante naturaleza, las cuales, alejándole de las aventuras, le aproximaban a su mujer.
El pulso del dios azul eran las mareas. La tierra se volvía hacia la luna y los astros con una rotación simpática igual á la de las flores que se vuelven hacia el sol. Todo lo que en ella hay de más móvil la masa flúida de la atmósfera se dilataba dos veces diariamente, hinchado su seno, y esta succión atmosférica, obra de la atracción universal, se reflejaba en las aguas, conmoviéndolas.
Bien conocí desde los principios, que el poblar la costa patagónica, tenia por objeto acreditar mejor la posesion de ella, y evitar que otras naciones se colocasen en algun punto de la misma, por donde pudiesen introducirse á los reinos del Perú y Chile: pero esto parece difícil, por la calidad de sus terrenos, por falta de buenos puertos, por las excesivas mareas, por lo rigoroso del clima y otras causas.
En todo el trayecto se van encontrando numerosas barcas marinas, ancladas ó navegando, que suben ó bajan á remolque ó aprovechando las mareas y los vientos. Asi, el Guadalquivir tiene un aspecto comercial que prepara al viajero al movimiento económico de Sevilla, bastante animado y considerable.
Las embarcaciones tocábanse unas á otras amarradas á las enormes anillas de los malecones, en cuyas piedras una faja húmeda y fangosa marcaba las subidas y descensos de las mareas. Veíase el incesante ir y venir de las cargueras, míseras mujeres de ropas sucias y cara negra, pasando y repasando como filas de hormigas por los tablones que servían de puente entre los buques y el muelle.
El misterio de las mareas está basado en la simpatía que tiene el Océano con la luna. Mientras esta alumbra con su pálida luz, los genios de la mansión de los corales alzan hacia ella la superficie de su líquida cárcel; cuando se retira, cuando apaga su último destello, los genios duermen, quedando las ondas en su natural estado.
La canal del S es la mas fácil, pero hay poca agua; y los buques que calen mas de ocho á nueve pies, no deben seguirla. La canal del medio tiene dos brazas de agua, en la pleamar, cuando los vientos reinan de la parte del S; y en las mareas vivas se suelen encontrar cerca de tres brazas.
Palabra del Dia
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