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La cuestion que aquí se ofrece es la siguiente: la determinacion de las magnitudes, y la relacion de ellas con respecto á la ocupacion de lugares, ¿son cosas absolutamente necesarias de manera que su alteracion envuelva contradiccion? . Luego la relacion á él, será tambien nada, á causa de que la relacion es nula, cuando falta el término á que se ordena.

No hay necesidad de buscar en otra parte, lo que se nos presenta en la intuicion sensible de una manera tan clara. Esta objecion supone que en la intuicion hay algo fijo y constante, lo que es falso. Apelemos á la experiencia. Probablemente los hombres ven las magnitudes con mucha variedad segun la disposicion de sus ojos.

En triángulos de bases iguales, los de mayor altura serán mayores en superficie: aquí la palabra mayor se refiere al tamaño, es verdad; pero á ningun tamaño absoluto, sino puramente relativo: se trata, mas bien que de la magnitud, de la relacion de las magnitudes. Así el teorema se verificará, sea que se hable de triángulos de una extension inmensa, como de triángulos infinitesimales.

Esas magnitudes, aun los mismos astrónomos las consideran como puramente relativas; pues que una misma la tienen por infinita ó por infinitésima, segun el punto de vista bajo el cual la consideran; el radio de la órbita terrestre es infinito, si se le compara con una pequeña desigualdad de la superficie de la tierra; y es una cantidad infinitamente pequeña, si se le compara con la distancia de las estrellas fijas.

Luego la geometría prescinde absolutamente de las magnitudes consideradas como fenómenos, y solo se sirve de ellas en cuanto la representacion sensible puede auxiliar á la percepcion intelectual. Segun estos principios, la geometría es la ciencia de un órden de seres, la cual sensibiliza sus ideas puras en una representacion fenomenal.

Este sentido nos da idea de las magnitudes por el tiempo que gastamos en recorrerlas y la velocidad de nuestro movimiento; las ideas de tiempo y de velocidad son tambien relativas: y ellas á su vez se refieren al espacio recorrido.

Por la magnitud ocupan los cuerpos cierto lugar, tambien determinado, aunque mudable con el movimiento. Por la relacion de las magnitudes, ocupan mayor ó menor lugar, y se excluyen recíprocamente de uno mismo: esta exclusion la llamamos impenetrabilidad.

¡Y era de oír cómo se hablaba entre aquellas gentes de canalizar, de fecundizar, de obras de fábrica, del curso del río, de empalizadas, murallones y otras magnitudes por el estilo, ni más ni menos que si trataran de dar nuevo cauce al Amazonas, o de poner un dique a los furores del Atlántico, cuando, en rigor, todo estaba reducido a retorcer el cauce del regato, junto a la villa, en un trayecto de cuarenta varas, de dos de anchura por otras tantas de profundidad!

Quiero inferir de lo dicho, que podría ser que yo tuviese alguna gracia déstas, no del no poder ser ferido, porque muchas veces la experiencia me ha mostrado que soy de carnes blandas y no nada impenetrables, ni la de no poder ser encantado, que ya me he visto metido en una jaula, donde todo el mundo no fuera poderoso a encerrarme, si no fuera a fuerzas de encantamentos; pero, pues de aquél me libré, quiero creer que no ha de haber otro alguno que me empezca; y así, viendo estos encantadores que con mi persona no pueden usar de sus malas mañas, vénganse en las cosas que más quiero, y quieren quitarme la vida maltratando la de Dulcinea, por quien yo vivo; y así, creo que, cuando mi escudero le llevó mi embajada, se la convirtieron en villana y ocupada en tan bajo ejercicio como es el de ahechar trigo; pero ya tengo yo dicho que aquel trigo ni era rubión ni trigo, sino granos de perlas orientales; y para prueba desta verdad quiero decir a vuestras magnitudes cómo, viniendo poco ha por el Toboso, jamás pude hallar los palacios de Dulcinea; y que otro día, habiéndola visto Sancho, mi escudero, en su mesma figura, que es la más bella del orbe, a me pareció una labradora tosca y fea, y no nada bien razonada, siendo la discreción del mundo; y, pues yo no estoy encantado, ni lo puedo estar, según buen discurso, ella es la encantada, la ofendida y la mudada, trocada y trastrocada, y en ella se han vengado de mis enemigos, y por ella viviré yo en perpetuas lágrimas, hasta verla en su prístino estado.

Ahora bien: sentir la extension, ¿es acaso otra cosa que sentir unas partes fuera de otras? sentir la diferencia de magnitudes ¿no es sentir las unas mayores que las otras y conteniendo las otras? es evidente que . Luego el ojo siente la magnitud; luego siente la extension.