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Actualizado: 21 de junio de 2025
Ahí va, don Jacinto, ahí va, agárrelo, ahí va y Caparrosa tiró su peso con tal maestría, que don Jacinto lo cazó en el aire, ni más ni menos que un gato caza una mosca al vuelo.
Desde los poemas indios y griegos no se ha cantado con tanto entusiasmo la belleza objetiva, no se ha pintado el paisaje con la palabra de un modo tan perfecto como lo hacen hoy los naturalistas franceses. Han adquirido tal maestría en este género, su idioma claro y flexible les ofrece tanto recurso, que parece ya imposible alcanzar una visión más viva y penetrante del mundo que nos rodea.
Al cabo de cinco meses, se mantenía bastante bien en guardia, paraba los golpes rectos, atacaba con furia y saltaba hacia atrás con maestría. Creyó llegado el caso de dar un escándalo.
Reynoso les mostró de nuevo con orgullo no sólo su maravillosa colección de palomas blancas, sino otra porción de aves y bichos que tenía enjaulados, un águila, una ardilla, un jabalí, etcétera. Admiraron la paciencia y la maestría con que había sabido domesticar a algunos de ellos.
Justamente el mismo poeta, que dió tantas pruebas de su maestría en la pintura de caracteres, se contenta en ellas con bosquejarlos muy superficialmente, y profundizando hasta tal punto otras veces, carece en sus comedias de verdadera intención poética.
Tuvo igualmente á su disposición la correspondencia encontrada en Flandes por el hispanófilo M. Gachard, y, por último, el registro del State paper office de Londres; valiosos recursos en manos de quien sabía utilizarlos con maestría. El nuevo libro que dió á la estampa, tres años después que el de Bermúdez de Castro , es aceptado por la crítica cual retrato verdadero.
En la titulada Escarmientos para el cuerdo, desenvuelve con tanta maestría como ingenio un asunto esencialmente trágico, porque en este poema, lleno de sombras temerosas, nos pinta con una verdad horrible los abismos en que se precipita el crimen, arrastrado por la ligereza y por la pasión, y cómo la justicia divina alcanza al fin al delincuente perverso.
Desde los tiempos de David, el pastorzuelo descalzo, matando de una pedrada al desaforado gigante vestido de bronce, la humanidad gustaba de estas historias. La pistola era un arma caprichosa, más dúctil que otras á las soluciones absurdas de la fatalidad. ¿No caería él, con toda su maestría, bajo el primer tiro del pobre teniente?...
Pero los aplausos a los lances de capa de los compañeros le sacaron de esta inmovilidad, y a pesar de sus propósitos, se fue al toro, realizando varias suertes en las que era más la audacia que la maestría. La plaza entera le aplaudió, a impulsos de la predilección que sentía por su atrevimiento.
Y Dorotea se levantó, tomó un arquilaúd que estaba sobre un sillón, se sentó junto á la ventana, templó el instrumento, preludió con maestría algunos instantes, y luego cantó con una voz fresquísima y de un timbre admirable, la siguiente seguidilla: Como el amor es ciego por tener ojos, en los tuyos se esconde dulces y hermosos: y al esconderse, el traidor con tus ojos me da la muerte.
Palabra del Dia
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